viernes, 21 de marzo de 2008

PASCUA: LA CRUZ TRANSFIGURADA

Meditación para el Sábado Santo


Nos hallamos en el final del triduo pascual,

las fechas culminantes de la Semana Santa.

Han sido los días del amor más grande.

"Nadie tiene amor más grande -dijo Jesús- que el que da la vida por sus amigos"


Eso hizo Jesús. Eso fue el sentido de su vida. Esto es lo que celebramos estos días. El escritor francés Gabriel Marcel escribió "amar a alguien es decirle: tú no morirás nunca para mí". La muerte de Jesucristo no acabó en el sepulcro sino que floreció para siempre en la resurrección, signo de su triunfo definitivo y primicia del nuestro. Ahora, durante cincuenta días, celebraremos la resurrección de Jesucristo.


En los días del triduo pascual y en las jornadas de la cincuentena pascual, los días del amor más grande, comprobamos inequívocamente el inconmensurable amor de Dios al mundo en los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Son misterios de cruz. Son misterios de luz. Son misterios de dolor. Son misterios de gloria sin ocaso:


"La cruz -escribió José Luis Martín Descalzo- es la gloria. La gloria es la cruz. Jesús no sufrió y después -el domingo- fue glorificado. La gloria de Jesús estaba ya en las entretelas de la cruz. El viernes santo y el domingo de pascua se juntan. Son un único día. Hasta que el hombre no comprenda esto tiene incompleta su alma".


De la cruz a la luz


"Cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí". "Ha llegado la hora de que sea glorificado el hijo del hombre. En verdad, os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda infecundo. Pero si muere, da mucho fruto". Y es que "el que se humilla, será enaltecido".


Al alba del tercer día, la cruz reventó en vida y en resurrección. El amor no podía quedar estéril. El amor nunca es infecundo. El amor es siempre vida. La cruz es la luz. Y la cruz floreció hasta la eternidad. "No busquéis entre los muertos al que vive. ¡Ha resucitado según había predicho! Id a Galilea. Allí le veréis".


Si nada hay más grande sobre la tierra que la cruz de Cristo, nada hay más grande todavía sobre cielos y tierras que la cruz florecida, que la cruz transfigurada, que la cruz resucitada de la pascua siempre nueva. La historia de la humanidad y del hombre -escribió Bonhöeffer- es un grito unánime y muchas veces hasta desesperado de resurrección.


"¿Pascua? -escribe este teólogo alemán, martirizado por los nazis en un campo de concentración- Nos preocupamos más de morir que de la muerte... Sócrates supo morir. Cristo venció a la muerte como "el último enemigo". Saber morir no significa vencer a la muerte... No será el "ars amandi", sino la resurrección de Cristo la que dará un nuevo viento que purifique al mundo actual. Aquí es donde se halla la respuesta al "dame un punto de apoyo y levantaré el mundo". Si algunos hombres creyeran realmente esto y se dejaran guiar así en su actividad terrestre, muchas cosas cambiarían. Porque la Pascua significa vivir a partir de la resurrección. ¿No te parece que la mayor parte de los hombres ignoran de que viven en el fondo?"


El acontecimiento que lo explica todo


La resurrección es la página que lo explica todo, la luz que lo ilumina todo, el aroma que lo perfuma todo, la seguridad que lo invade todo. "Si Cristo no hubiera resucitado -escribe Pablo a los Romanos- vana sería nuestra fe. Pero como Cristo ha resucitado somos los más felices de los hombres". Nada ya podrá con nosotros, nada ya podrá apartarnos del amor de Dios: ni la espada, ni el hambre, ni la sed, ni la desnudez, ni el peligro, ni la persecución, ni la enfermedad, ni la muerte. En todo vencemos por Aquel que nos ha amado y nos ha amado hasta hacerse cruz redentora, cruz florecida, cruz transfigurada, pascua sin ocaso, humanidad nueva y definitiva, aurora de eternidad.


La cruz nos lleva a la luz como el Tabor fue preludio, anuncio y anticipo del Calvario. El Calvario no es sólo el monte santo de la cruz sino también y, sobre todo, el jardín de la resurrección, la montaña sagrada de la luz y de la vida. Y si todavía dudamos en la íntima y tan estrecha y fecunda relación entre la cruz y la resurrección escuchemos el siguiente texto del escritor Edward Shillito. Se titula "El Cristo de las llagas":


"Los cielos nos espantan; están demasiado serenos; en todo el universo no hay lugar para nosotros. Nos duelen nuestras heridas, ¿dónde hallaremos el bálsamo? Señor Jesús, por tus llagas pedimos misericordia. Si, estando cerradas las puertas, te acercas a nosotros, no has de hacer sino mostrar, las manos y ese costado tuyo. Hoy día sabemos lo que son las heridas, no temas; muéstranos tus llagas, conocemos la contraseña. Los otros dioses eran fuertes, pero tú eres débil; cabalgaban, mas tu tropezaste en su trono; pero a nuestras heridas, sólo las heridas de Dios pueden hablarles y sanarlas y no hay Dios alguno que tenga heridas, ninguno más que Tú. Muéstranos tus llagas, conocemos la contraseña".


La luminosa y única contraseña


¿Conocemos la contraseña, amigos lectores? Vivamos, pues, como cristianos. Como discípulos del Señor de la Cruz y de la Gloria. Ya nos lo dijo El: el destino del discípulo nunca es distinto al del Maestro. ¿Cómo podremos vivir como enemigos de su cruz? No podemos permitirnos el lujo de despreciarla, ignorarla o edulcorarla. El mundo moderno, tan secularizado y tan hedonista, -escribió el teólogo Domenico Grasso- vive en las antípodas de la cruz. ¿También nosotros, los cristianos? Vivamos, por tanto, el tiempo pascual como cristianos, no como paganos o como meros y ajenos espectadores.


Vivamos la Pascua y toda la existencia con nuestras heridas y con las heridas de nuestros hermanos, iluminadas desde la esperanza de Jesucristo Resucitado. Vivamos desde la cruz siempre florecida y transfigurada. Vivamos la vida entera como testigos de la cruz y de la gloria. "Si Cristo ha resucitado, buscad las cosas que son de arriba". Quitemos la levadura vieja, que estorba, y seamos masa nueva, panes ácimos. Masa nueva, panes ácimos de perdón, de comprensión, de escucha, de diálogo, de sencillez, de humildad, de cercanía, de reconciliación, de solidaridad, de servicialidad, de amor. Abandonemos la levadura vieja de la corrupción, de la envidia, del arribismo, de la crítica, de la presunción, del protagonismo, de la maledicencia, del rencor, de la soberbia, del desamor.


¿Conocemos la contraseña del Señor crucificado y resucitado? Son sus llagas. Son nuestras heridas. Es su cruz transfigurada. Es el Cristo roto de nuestros caminos y de nuestras latitudes, el Cristo cercano y vilipendiado. ¿Conocemos la contraseña del Señor crucificado y resucitado? Son sus llagas y las de nuestros hermanos. Son sus heridas y la de nuestros hermanos. Es su cruz y su gloria. Nuestra cruz y nuestra gloria para siempre y para todos.


Ecclesia Digital

Retiro del Card. Nguyen Van Thuân al Papa

Resumen de sus predicaciones cuaresmales al Papa y a la Curia vaticana


1. LA ESPERANZA, EL GRAN DESAFIO PARA EL MUNDO CONTEMPORANEO
2. DIOS, LA UNICA CERTEZA TRAS TRECE AÑOS DE CARCEL
3. EL SECRETO DEL LA SANTIDAD: VIVIR CADA DIA COMO SI FUERA EL ULTIMO
4. «PADRE, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?», EL MISTERIO DE LA CRUZ
5. LA EUCARISTÍA CAMBIO LA VIDA EN EL CAMPO DE REEDUCACION COMUNISTA
6. LA FUERZA DE LOS CRISTIANOS ESTA EN SU DEBILIDAD
7. EL SECRETO DE LA ESPERANZA, «REGRESAR A JERUSALEN»

TRAS TRECE AÑOS EN LA CARCEL, AMO A CRISTO POR SUS «DEFECTOS»


CIUDAD DEL VATICANO, 12 mar (Palabra).- Desde que en 1698 un antepasado suyo, ministro del rey y embajador en China, recibió el bautismo, comenzó la persecución. El rey le quitó todas sus posesiones y le expulsó. Desde entonces su familia sufre la persecución. En 1975, Pablo VI le nombró arzobispo de Ho Chi Minh (la antigua Saigón), pero el gobierno comunista definió su nombramiento como un complot y tres meses después le encarceló. Durante trece años estuvo encerrado en las cárceles vietnamitas. Nueve de ellos, los pasó régimen de aislamiento. Una vez liberado, fue obligado a abandonar Vietnam a donde no ha podido regresar, ni siquiera para ver a su anciana madre. Ahora es presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz de la Santa Sede. A pesar de tantos sufrimientos, o quizá más bien gracias a ellos, este arzobispo, François Xavier Nguyên Van Thuân, es un gran testigo de la fe, de la esperanza y del perdón cristiano.

Testigo de esperanza

Desde este domingo, hasta el próximo sábado, monseñor Van Thuân predica los ejercicios espirituales a Juan Pablo II y a sus colaboradores de la Curia romana. Y, obviamente, el tema de las meditaciones será el de la esperanza. «Esperanza en Dios», «Esperanza contra toda esperanza», «Aventura y alegría de la esperanza», «Renovación y pueblo de la esperanza» son los títulos de algunas de las meditaciones que ha preparado para el Papa. No es casualidad que el libro que ha difundido en todo el mundo (traducido en once idiomas) en el que narraba sus años de cárcel llevase precisamente por título «El camino de la esperanza».

Una esperanza que nunca ha desfallecido en él, ni siquiera el 16 de agosto de 1975, cuando fue arrestado y transportado en la noche a 450 kilómetros de Saigón, en la más absoluta de las soledades. Su única compañía, el rosario. En esos momentos --explica Van Thuân--, cuando todo parecía perdido, se abandonó en manos de la Providencia. A los compañeros de prisión no católicos que le preguntaban cómo podía seguir esperando, les respondía: «He abandonado todo para seguir a Jesús, porque amo los defectos de Jesús».

Los «defectos» de Jesús, de hecho, serán uno de los argumentos que afrontará el predicador del Papa en estos ejercicios espirituales. Estos son algunos de ellos.

Jesús no tiene memoria

«En la Cruz, durante su agonía, el ladrón le pide que se recuerde de él cuando llegara a su Reino. Si hubiera sido yo le hubiera respondido: "no te olvidaré, pero tienes que expiar tus crímenes en el purgatorio". Sin embargo, Jesús, le respondió: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". Había olvidado los pecados de aquel hombre. Lo mismo sucedió con Magdalena, y con el hijo pródigo. Jesús no tiene memoria, perdona a todo el mundo».

Jesús no sabe matemática ni filosofía

«Jesús no sabe matemáticas. Lo demuestra la parábola del Buen Pastor. Tenía cien ovejas, se pierde una de ellas y sin dudarlo se fue a buscarla dejando a las 99 en el redil. Para Jesús, uno vale lo mismo que 99 o incluso más».

«Además, Jesús no es un buen filósofo. Una mujer que tiene diez dracmas, perdió una y encendió una luz para buscarla. Cuando la encuentra llama a sus vecinas y les dice: "Alegraos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido". ¿Es lógico molestar a las amigas tan sólo por una dracma y después organizar una fiesta por haberla encontrado?. Además, al invitar a sus amigas a la fiesta, se gasta más dinero que el valor de la dracma. De este modo, Jesús explica la alegría de Dios por la conversión de un solo pecador».

Jesús es un aventurero sin idea de economía

«Jesús es un aventurero. Quien quiere ganarse el consenso de la gente se presenta con muchas promesas, mientras que Jesús promete a quien lo sigue procesos y persecuciones, y sin embargo, desde hace dos mil años, constatamos que no sigue habiendo aventureros que siguen a Jesús».

«Jesús no tiene ni idea de financia ni de economía. En la parábola de los obreros de la viña, el patrón paga el mismo sueldo a quien trabaja desde primeras horas de la mañana, y a quien comienza a trabajar por la tarde. ¿Se equivocó al echar cuentas? ¿Cometió un error? No, lo hace a propósito, pues Jesús no nos ama por nuestros méritos, su amor es gratuito y los supera infinitamente. Jesús tiene "defectos" porque ama. El amor auténtico no razona, no calcula, no pone barreras ni condiciones, no construye fronteras y no recuerda las ofensas».

Amar a los enemigos (Entrevista)

--Zenit: Amar a los enemigos es otro de los temas que usted ha escogido para los ejercicios espirituales del Papa.

--Monseñor Van Thuân: Un distintivo particular del amor cristiano es el amor a los enemigos, con frecuencia incomprensible para quien no cree. Un día, uno de los guardias de la cárcel me preguntó: "Usted, ¿nos ama?". Le respondí: "Sí, os amo". "¿Nosotros le hemos tenido encerrado tantos años y usted nos ama? No me lo creo...". Entonces le recordé: "Llevo muchos años con usted. Usted lo ha visto y sabe que es verdad". El guardia me preguntó: "Cuando quede en libertad, ¿enviará a sus fieles a quemar nuestras casas o a asesinar a nuestros familiares?". "No --le respondí-- aunque queráis matarme, yo os amo". "¿Por qué?", insistió. "Porque Jesús me ha enseñado a amar a todos, también a los enemigos --aclaré--. Si no lo hago no soy digno de llevar el nombre de cristiano. Jesús dijo: "amad a vuestros enemigos y rezad por quienes os persiguen". "Es muy bello, pero difícil de entender", comentó al final el guardia.

--Zenit: Sucede lo mismo con el perdón: muchos lo invocan pero pocos lo viven...

--Monseñor Van Thuân: Los escribas y los fariseos se escandalizan porque Jesús perdona los pecados. Sólo Dios puede perdonar los pecados. El amor misericordioso resucita a los muertos, física y espiritualmente. Jesús siempre perdonó a todos. Perdonó cualquier pecado, por más grave que fuera. Con su perdón dio nueva vida a muchas personas hasta el punto de que se convirtieron en instrumentos de su amor misericordioso. Hizo de Pedro, quien le negó tres veces, su primer vicario en la tierra, y de Pablo, perseguidor de cristianos, apóstol de las gentes, mensajero de su misericordia, pues, como él decía, "allí donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia"».

--Zenit: Parafraseando a Martin Luther King, ¿cuáles son los sueños de un hombre lleno de esperanza, como monseñor Van Thuân?

--Monseñor Van Thuân: Sueño una Iglesia que sea Puerta Santa, que abrace a todos, que esté llena de compasión y comprensión por todos los sufrimientos de la humanidad. Sueño una Iglesia que sea pan, Eucaristía, que sea don y dejarse comer por todos, para que el mundo tenga vida en abundancia. Sueño una Iglesia que lleve en su corazón el fuego del Espíritu Santo, pues allí donde está el Espíritu hay libertad, diálogo sincero con el mundo, discernimiento de los signos de nuestros tiempos. La doctrina social de la Iglesia, instrumento de la evangelización, nos ayuda a hacer este discernimiento en los cambios sociales de hoy.


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LA ESPERANZA, EL GRAN DESAFIO PARA EL MUNDO CONTEMPORANEO
Primeras reflexiones de los Ejercicios Espirituales del Papa

CIUDAD DEL VATICANO, 12 mar (Palabra).- Juan Pablo II comenzó en la tarde de hoy los Ejercicios Espirituales, una semana especialmente dedicada a la oración en la que suspenderá todos sus encuentros públicos. De hecho, no tendrá lugar ni siquiera su tradicional audiencia de los miércoles con los peregrinos. El predicador de los ejercicios, el arzobispo François Xavier Nguyên Van Thuân (trece años de su vida pasados en las cárceles de Vietnam) quiso dedicar su primera meditación al tema «Ante el misterio de Dios».

El amor, la única certeza

«Estos días de ejercicios son un tiempo propicio para cantar nuestra gratitud al Señor pues "su misericordia es eterna". "Levanta del polvo al indigente y de la inmundicia al pobre para que se siente entre los príncipes de su pueblo"». «No hemos sido escogidos a causa de nuestros méritos, sino sólo por su misericordia. "Te he amado con un amor eterno, dice el Señor". Esta es nuestra seguridad. Este es nuestro orgullo: la conciencia de ser llamados y escogidos por amor».

Pecadores y prostitutas, antepasados de Jesús

«Si consideramos los nombre de los reyes presentes en el libro de la genealogía de Jesús, podemos constatar que sólo dos de ellos fueron fieles a Dios: Ezequiel y Jeroboam. Los demás fueron idólatras, inmorales, asesinos... En David, el rey más famoso de los antepasados del Mesías, se entrecruzaba santidad y pecado: confiesa con amargas lágrimas en los salmos sus pecados de adulterio y de homicidio, especialmente en el Salmo 50, que hoy es una oración penitencial repetida por la Liturgia de la Iglesia. Las mujeres que Mateo nombra al inicio del Evangelio, como madres que transmiten la vida y la bendición de Dios en su seno, también suscitan conmoción. Todas se encontraban en una situación irregular: Tamar es una pecadora, Rajab una prostituta, Rut una extranjera, de la cuarta mujer no se atreve a decir ni siquiera el nombre. Sólo dice que había sido "mujer de Urías", se trata de Betsabé».

El pecado exalta la misericordia de Dios

«Y sin embargo, el río de la historia, lleno de pecados y crímenes, se convierte en manantial de agua limpia en la medida en que nos acercamos a la plenitud de los tiempos: en María, la Madre, y en Jesús, el Mesías, todas las generaciones son rescatadas. Esta lista de nombres de pecadores y pecadoras que Mateo pone de manifiesto en la genealogía de Jesús no nos escandaliza. Exalta el misterio de la misericordia de Dios. También, en el Nuevo Testamento, Jesús escogió a Pedro, que lo renegó, y a Pablo, que lo persiguió. Y, sin embargo, son las columnas de la Iglesia. Cuando un pueblo escribe su historia oficial, habla de sus victorias, de sus héroes, de su grandeza. Es estupendo constatar que un pueblo, en su historia oficial, no esconde los pecados de sus antepasados», como sucede con el pueblo escogido.

Esperar hoy

«Todo el Antiguo Testamento está orientado a la esperanza: Dios viene a restaurar su Reino, Dios viene a restablecer la Alianza, Dios viene para construir un nuevo pueblo, para construir una nueva Jerusalén, para edificar un nuevo templo, para recrear el mundo. Con la encarnación, llegó este Reino. Pero Jesús nos dice que este Reino crece lentamente, a escondidas, como el grano de mostaza... Entre la plenitud y el final de los tiempos, la Iglesia está en camino como pueblo de la Esperanza».

«Hoy día, la esperanza es quizá el desafío más grande. Charles Péguy decía: "La fe que más me gusta es la esperanza". Sí, porque, en la esperanza, la fe que obra a través de la caridad abre caminos nuevos en el corazón de los hombres, tiende a la realización del nuevo mundo, de la civilización del amor, que no es otra cosa que llevar al mundo la vida divina de la Trinidad, en su manera de ser y obrar, tal y como se ha manifestado en Cristo y transmitido en el Evangelio. Esta es nuestra vocación. Hoy, al igual que en los tiempos del Antiguo y del Nuevo Testamento, actúa en los pobres de espíritu, en los humildes, en los pecadores que se convierten a él con todo el corazón».


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DIOS, LA UNICA CERTEZA TRAS TRECE AÑOS DE CARCEL
Esta esperanza es la gran respuesta que pide el mundo a los cristianos

CIUDAD DEL VATICANO, 13 mar (Palabra).- En el segundo día de esta semana dedicada por Juan Pablo II al silencio y la oración, el predicador de los Ejercicios Espirituales, en los que también participan los colaboradores del pontífice, ha afrontado el tema de la «Esperanza en Dios». En un mundo en continua contradicción entre el progreso y la barbarie, el arzobispo vietnamita François Xavier Nguyên Van Thuân, reconoció que la vida sólo puede encontrar verdadero sentido y esperanza en Dios.

En una celda sin ventanas

«Durante mi larga tribulación de nueve años de aislamiento en una celda sin ventanas, iluminado en ocasiones con luz eléctrica durante días enteros, o a oscuras durante semanas, sentía que me sofocaba por efecto del calor, de la humedad. Estaba al borde de la locura. Yo era todavía un joven obispo con ocho años de experiencia pastoral. No podía dormir. Me atormentaba el pensamiento de tener que abandonar la diócesis, de dejar que se hundieran todas las obras que había levantado para Dios. Experimentaba una especie de revuelta en todo mi ser».

Sólo Dios

«Una noche, en lo profundo de mi corazón, escuché una voz que me decía: "¿Por qué te atormentas así? Tienes que distinguir entre Dios y las obras de Dios. Todo aquello que has hecho y querrías continuar haciendo: visitas pastorales, formación de seminaristas, religiosos, religiosas, laicos, jóvenes, construcción de escuelas, misiones para la evangelización de los no cristianos..., todo esto es una obra excelente, pero son obras de Dios, no son Dios. Si Dios quiere que tú dejes todas estas obras poniéndote en sus manos, hazlo inmediatamente y ten confianza en Él. Él confiará tus obras a otros, que son mucho más capaces que tú. Tú has escogido a Dios, y no sus obras"».

«Esta luz me dio una nueva fuerza, que ha cambiado totalmente mi manera de pensar y me ha ayudado a superar momentos que físicamente parecían imposibles de soportar. Desde aquel momento, una nueva paz llenó mi corazón y me acompañó durante trece años de prisión. Sentía la debilidad humana, pero renovaba esta decisión frente a las situaciones difíciles, y nunca me faltó la paz. Escoger a Dios y no las obras de Dios. Este es el fundamento de la vida cristiana, en todo tiempo».

«Comprendo que mi vida es una sucesión de decisiones, en todo momento, entre Dios y las obras de Dios. Una decisión siempre nueva que se convierte en conversión. La tentación del pueblo de Dios siempre consistió en no fiarse totalmente de Dios y tratar de buscar apoyos y seguridad en otro sitio. Esta es la experiencia que sufrieron personajes tan gloriosos como Moisés, David, Salomón...».

«Esta fue la gran experiencia de los patriarcas, de los profetas, de los primeros cristianos, evocada en el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos en la que aparece en 18 ocasiones la expresión "por la fe" y una vez la expresión "con la fe"». Esta es también la clave de lectura que permite comprender la vida de tantos hombres y mujeres que en estos dos mil años de cristianismo han dado su vida hasta el martirio. Entre todos estos ejemplos, destacó el de María, mujer «que optó por Dios, abandonando sus proyectos, sin comprender plenamente el misterio que estaba teniendo lugar en su cuerpo y en su destino».

Respuesta al mundo de hoy

«Escoger a Dios y no las obras de Dios: esta es la respuesta más auténtica al mundo de hoy, el camino para que se realicen los designios del Padre en nosotros, en la Iglesia, en la humanidad de nuestro tiempo. Es posible que quienes optan por Dios tengan que pasar por tribulaciones, pero aceptan perder los bienes con alegría, pues saben que poseen bienes mejores, que nadie les podrá quitar».


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EL SECRETO DEL LA SANTIDAD: VIVIR CADA DIA COMO SI FUERA EL ULTIMO
Monseñor Van Thuân: «En la cárcel comprendí que el momento presente

CIUDAD DEL VATICANO, 14 mar (Palabra).- «La aventura de la esperanza», este fue el tema que afrontó el monseñor François Xavier Nguyên Van Thuân al predicar hoy los Ejercicios Espirituales a Juan Pablo II y a sus colaboradores.

Como ya hizo en otras meditaciones, las reflexiones del arzobispo vietnamita se inspiraron en su experiencia de trece años de cárcel en Vietnam.

«Después de que me arrestaran en agosto de 1975, dos policías me llevaron en la noche de Saigón hasta Nhatrang, un viaje de 450 kilómetros. Comenzó entonces mi vida de encarcelado, sin horarios. Sin noches ni días. En nuestra tierra hay un refrán que dice: "Un día de prisión vale por mil otoños de libertad". Yo mismo pude experimentarlo. En la cárcel todos esperan la liberación, cada día, cada minuto. Me venían a la mente sentimientos confusos: tristeza, miedo, tensión. Mi corazón se sentía lacerado por la lejanía de mi pueblo. En la oscuridad de la noche, en medio de ese océano de ansiedad, de pesadilla, poco a poco me fui despertando: "Tengo que afrontar la realidad. Estoy en la cárcel. ¿No es acaso este el mejor momento para hacer algo realmente grande? ¿Cuántas veces en mi vida volveré a vivir una ocasión como ésta? Lo único seguro en la vida es la muerte. Por tanto, tengo que aprovechar las ocasiones que se me presentan cada día para cumplir acciones ordinarias de manera extraordinaria"».

«En las largas noches de presión me convencí de que vivir el momento presente es el camino más sencillo y seguro para alcanzar la santidad. Esta convicción me sugirió una oración: "Jesús, yo no esperaré, quiero vivir el momento presente llenándolo de amor. La línea recta está hecha de millones de pequeños puntos unidos unos a otros. También mi vida está hecha de millones de segundos y de minutos unidos entre sí. Si vivo cada segundo la línea será recta. Si vivo con perfección cada minuto la vida será santa. El camino de la esperanza está empedrado con pequeños momentos de esperanza. La vida de la esperanza está hecha de breves minutos de esperanza. Como tú Jesús, quien has hecho siempre lo que le agrada a tu Padre. En cada minuto quiero decirte: Jesús, te amo, mi verdad es siempre una nueva y eterna alianza contigo. Cada minuto quiero cantar con toda la Iglesia: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...».

Mensajes escritos en un calendario

«En los meses sucesivos, cuando me tenían encerrado en el pueblo de Cay Vong, bajo el control continuo de la policía, día y noche, había un pensamiento que me obsesionaba: "¡El pueblo al que tanto quiero, mi pueblo, se ha quedado como un rebaño sin pastor! ¿Cómo puedo entrar en contacto con mi pueblo, precisamente en este momento en el que tienen tanta necesidad de un pastor?". Las librerías católicas habían sido confiscadas; las escuelas cerradas; los maestros, las religiosas, los religiosos desperdigados; algunos habían sido mandados a trabajar a los campos de arroz, otros se encontraban en las "regiones de nueva economía" en las aldeas. La separación era un "shock" que destruía mi corazón».

«Yo no voy a esperar. Viviré el momento presente, llenándolo de amor. Pero, ¿cómo?». Una noche lo comprendí: "François, es muy sencillo, haz como san Pablo cuando estaba en la cárcel: escribe cartas a las comunidades". Al día siguiente, en octubre de 1975, con un gesto pude y llamar a un niño de cinco años, que se llamaba Quang, era cristiano. «Dile a tu madre que me compre calendarios viejos». Ese mismo día, por la noche, en la oscuridad, Quang me trajo los calendarios y todas las noches de octubre y de noviembre de 1975 escribí a mi pueblo mi mensaje desde el cautiverio. Todas las mañanas, el niño venía para recoger las hojas y se las llevaba a su casa. Sus hermanos y hermanas copiaban los mensajes. Así se escribió el libro "El camino de la esperanza", que ahora ha sido publicado en once idiomas».

(Monseñor Van Thuân no lo dijo, sus pensamientos pasaron de mano en mano entre los vietnamitas. Eran trozos de papel que salieron del país con los «boat people» que huían de la dictadura comunista).

El camino hacia la santidad

«Cuando salí recibí una carta de la Madre Teresa de Calcuta con estas palabras: "Lo que cuenta no es la cantidad de nuestras acciones, sino la intensidad del amor que ponemos en cada una". Aquella experiencia reforzó en mi interior la idea de que tenemos que vivir cada día, cada minuto de nuestra vida como si fuera el último; dejar todo lo que es accesorio; concentrarnos sólo en lo esencial. Cada palabra, cada gesto, cada llamada por teléfono, cada decisión, tienen que ser el momento más bello de nuestra vida. Hay que amar a todos, hay que sonreír a todos sin perder un solo segundo».


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«PADRE, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?», EL MISTERIO DE LA CRUZ
Meditación dirigida por monseñor Van Thuân al Papa

CIUDAD DEL VATICANO, 15 mar (Palabra).- «La primera vez que tuve que defenderme en un tribunal nadie estuvo a mi lado. Todos me abandonaron. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerza, de modo que también en aquella ocasión pude anunciar su mensaje» Con esta cita de san Pablo, monseñor François Xavier Nguyên Van Thuân, el hombre que dirige las reflexiones de Juan Pablo II y de sus colaboradores en esta semana dedicada particularmente a la oración, en la que el pontífice ha cancelado sus citas públicas, desarrolló una reflexión sobre las palabras más difíciles de comprender de Jesús: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?».

El arzobispo confiesa que la experiencia de abandono descrita por san Pablo refleja muy bien las pruebas que él tuvo que soportar en sus trece años de cárcel en Vietnam.

«En varias ocasiones me sentí abandonado, especialmente cuando en la noche del 1 de diciembre de 1975 me encadenaron junto a otra persona y nos llevaron con otros prisioneros, todos de pie, de la prisión al barco en el que más tarde nos embarcarían para llevarnos al norte de Vietnam, a 1.700 kilómetros de mi diócesis. Sentí un gran sufrimiento pastoral, pero puedo atestiguar que el Padre no me abandonó y me dio la fuerza».

«Quizá todos nosotros, en varias ocasiones, hemos vivido o vivimos momentos semejantes de abandono. Nos sentimos abandonados cuando nos inunda la soledad o el sentido de fracaso; cuando sentimos el peso de nuestra humanidad y nuestros pecados. Nos sentimos abandonados cuando incomprensiones e infidelidades perturban nuestras relaciones fraternas; cuando nos parece que la situación de desorientación o de desesperación en que se encuentran algunos no tiene salida; cuando estamos en contacto con los sufrimientos de la Iglesia y de pueblos enteros... Son pequeñas o grandes "noches del alma" que oscurecen en nosotros la certeza de la presencia de Dios cercano, que da sentido a toda nuestra vida. En esos momentos, incluso la alegría y el amor parecen apagarse». Según Van Thuân, en esos momentos, es cuando mejor se puede comprender el «misterio de la cruz».

«Los santos también han experimentado noches de desesperación, momentos en los que se han sentido abandonados por todo y por todos. Sin embargo, como auténticos expertos del amor de Dios, no han dudado en recorrer hasta el final la vía de la cruz, dejándose iluminar y forjar por ella, aunque esto implicara la propia muerte. Es la ley del Evangelio: "Si el grano caído en tierra no muere, queda solo, pero si muere, produce mucho fruto". Es también la ley propia de Jesús: su muerte fue real, pero es todavía mucho más real la vida sobreabundante que mana de aquella muerte».

San Pablo, añadió el predicador, nos presenta en la carta a los Filipenses a Cristo «en el momento en que se desnuda de sí, de su forma divina, para asumir "la condición de siervo", la "semejanza a los hombres". Es la imagen de un Dios que se "aniquila", se "pierde" para darse a sí mismo, para dar la propia vida sin medida, hasta la cruz, donde toma consigo toda la culpa del mundo, hasta el punto de que Él, el "inocente", el "justo" llega a asemejarse al hombre pecador». Intercambio admirable, entre Dios y el hombre, que san Agustín definirá como «comercio de amor» y León Magno como «comercio de salvación».

Cristo carga con los pecados del hombre hasta el punto de que en la cruz se dirige al Padre para gritar: «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?». «Había sido traicionado por los hombres, los suyos no estaban con él, y ahora Dios, al que llamaba "Papá" («Abbá»), calla. El Hijo siente el vacío de su ausencia, pierde la alegría de su presencia. La incalificable certeza de no estar solo nunca, de ser escuchado siempre por el Padre, de ser instrumento de su voluntad, deja el paso a esa súplica llena de dolor».

«Fue el abandono sensible más desolador que experimentó durante su vida, como afirma san Juan de la Cruz. De ese modo, Cristo fue aniquilado y reducido casi a la nada. Y, sin embargo, continúa explicando san Juan de la Cruz, precisamente cuando era oprimido, realizó la obra más maravillosa de todas las que cumplió en el cielo y en la tierra durante su existencia terrena, llena de milagros y de prodigios. Con ella reconcilió y unió a Dios con el género humano. En esta sorprendente dinámica del amor de Dios, todos nuestros sufrimientos son acogidos y transformados, cada vacío es llenado, cada pecado redimido. Nuestro abandono, nuestra lejanía de Dios es colmada».


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LA EUCARISTÍA CAMBIÓ LA VIDA EN EL CAMPO DE REEDUCACIÓN COMUNISTA
Meditación de monseñor Van Thuân al Papa

CIUDAD DEL VATICANO, 16 mar (Palabra).- La Eucaristía fue el tema de la primera meditación que hoy predicó el arzobispo vietnamita François Xavier Nguyên Van Thuân al Papa y a sus colaboradores, quienes en esta semana se encuentran haciendo Ejercicios Espirituales. Comenzó con una conmovedora evocación de las Misas que celebró en los trece años de cárcel que tuvo que soportar en su país.

«Cuando me encarcelaron en 1975, me vino una pregunta angustiosa: "¿Podré celebrar la Eucaristía?"».

(El prelado explicó que, dado que al ser detenido no le permitieron llevarse ninguno de sus objetos personales, al día siguiente le permitieron escribir a su familia para pedir bienes de primera necesidad: ropa, pasta dental, etc.)

«Por favor, enviadme algo de vino, como medicina para el dolor de estómago». Los fieles entendieron muy bien lo que quería y le mandaron una botella pequeña de vino con una etiqueta en la que decía: «Medicina para el dolor de estómago». Entre la ropa escondieron también algunas hostias. La policía le preguntó: «¿Le duele el estómago?». «Sí», respondió monseñor Van Thuân, quien entonces era arzobispo de Saigón. «Aquí tiene su medicina».

«No podré expresar nunca mi alegría: celebré cada día la Misa con tres gotas de vino y una de agua en la palma de la mano. Cada día pude arrodillarme ante la Cruz con Jesús, beber con él su cáliz más amargo. Cada día, al recitar la consagración, confirmé con todo mi corazón y con toda mi alma un nuevo pacto, un pacto eterno entre Jesús y yo, a través de su sangre mezclada con la mía. Fueron las Misas más bellas de mi vida».

(Más tarde, cuando le internaron en un campo de reeducación, al arzobispo le metieron en un grupo de cincuenta detenidos. Dormían en una cama común. Cada uno tenía derecho a cincuenta centímetros).

«Nos las arreglamos para que a mi lado estuvieran cinco católicos --cuenta--. A las 21,30 se apagaban las luces y todos tenían que dormir. En la cama, yo celebraba la Misa de memoria y distribuía la comunión pasando la mano por debajo del mosquitero. Hacíamos sobres con papel de cigarro para conservar el santísimo Sacramento. Llevaba siempre a Cristo Eucaristía en el bolso de la camisa».

(Dado que todas las semanas tenía lugar una sesión de adoctrinamiento en la que participaban todos los grupos de cincuenta personas que componían el campo de reeducación, el arzobispo aprovechaba los momentos de pausa para pasar con la ayuda de sus compañeros católicos la Eucaristía a los otros cuatro grupos de prisioneros).

«Todos sabían que Jesús estaba entre ellos, y él cura todos los sufrimientos físicos y mentales. De noche, los prisioneros se turnaban en momentos de adoración; Jesús Eucaristía ayuda de manera inimaginable con su presencia silenciosa: muchos cristianos volvieron a creer con entusiasmo; su testimonio de servicio y de amor tuvo un impacto cada vez mayor en los demás prisioneros; incluso algunos budistas y no cristianos abrazaron la fe. La fuerza de Jesús es irresistible. La obscuridad de la cárcel se convirtió en luz pascual».

Para el predicador de los Ejercicios Espirituales del Papa «Jesús comenzó una revolución en la cruz. La revolución de la civilización del amor tiene que comenzar en la Eucaristía y desde aquí tiene que ser impulsada».

«Concluyo con un sueño --dijo monseñor Van Thuân--: en él la Curia romana es como una gran hostia, en el seno de la Iglesia, que es como un gran Cenáculo. Todos nosotros somos como granos de trigo que se dejan moler por las exigencias de la comunión para formar un solo cuerpo, plenamente solidarios y plenamente entregados, como pan de vida para el mundo, como signo de esperanza para la humanidad. Un solo pan y un solo cuerpo».


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LA FUERZA DE LOS CRISTIANOS ESTA EN SU DEBILIDAD
Meditación de monseñor Van Thuân en los Ejercicios Espirituales del Papa

CIUDAD DEL VATICANO, 17 mar (Palabra).- La semana dedicada por Juan Pablo II a la oración y al recogimiento, junto a sus colaboradores cercanos llega a su fin. Concluirá mañana por la mañana con la última meditación del predicador, el arzobispo vietnamita François Xavier Nguyên Van Thuân. En el día de hoy afrontó un tema sumamente sugerente, la condición de «minoría» de la Iglesia católica.

Minoría, una realidad

Un tema que, como él mismo recordó, fue subrayado por los obispos de Europa en su reciente Sínodo. En aquella ocasión constataron que «la Iglesia en tierras tradicionalmente cristianas, se encuentra en una situación de minoría». Los datos son evidentes: «disminución de las vocaciones religiosas y sacerdotales; de la práctica religiosa; la reclusión de la religión al ámbito de la vida privada, con la relativa dificultad para contribuir con el mensaje cristiano en las costumbres y en las instituciones y transmitir la fe a las nuevas generaciones». Por ello, monseñor Van Thuân, comenzó su reflexión con esta constatación: «Ser minoría es una característica de la Iglesia en el mundo de hoy».

(Para mostrar gráficamente esta situación, narró su cotidiana experiencia de viajes por el mundo en virtud de presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz con un pasaporte del Vaticano).

«Con frecuencia encuentro dificultades por parte de los policías en los aeropuertos. En general, los italianos no ponen problemas. En Alemania ya es más difícil: "¿Qué es la Santa Sede?", preguntan. En Malasia, es mucho más complicado: "¿Dónde está la Santa Sede?", me preguntan. Les respondo: "En Italia, en Roma". Entonces me llevan ante un gran mapamundi en el que obviamente no aparece el Vaticano. De ese modo me hacen esperar una media hora con los inmigrantes ilegales».

«Vivir como minoría exige un esfuerzo de discernimiento de la nueva situación para comprender el designio de Dios para la Iglesia en el hoy de la historia y, por tanto, para saber cómo tenemos que comportarnos. De este modo, no se experimentarán complejos de inferioridad, sino que por el contrario, se vivirá una gran esperanza».

Para explicar este concepto de «minoría cuantitativa», monseñor Van Thuân recordó la historia de Gedeón, jefe carismático de Israel, en el siglo XII antes de Cristo. Gedeón venció a los enemigos con tan sólo trescientos hombres que no tenían más que cuernos por armas. Recordó también el enfrentamiento entre David y Goliat, aclarando que «Goliat representa el mal, es decir, las ideologías o valores que van contra el Evangelio. Goliat es hostil, amenaza, provoca. También hoy la Iglesia, ante el mal, tiene que enfrentarse contra Goliat, un gigante aterrador que parece invencible». Al inicio, David tomó el camino equivocado. Se vistió con la armadura del poder y de la fuerza, pero paralizaban sus movimientos. «No puedo caminar con todo esto, pues no estoy acostumbrado», decía al igual que podría decir la Iglesia, cuando recurre al arsenal del mundo. «La Iglesia tiene sus propias armas para afrontar la batalla». «Y son las únicas armas que cuentan de verdad». David dijo: «Goliat, tú te opones con la espada, con la lanza, y con la flecha. Yo me presentaré en el nombre del Señor de los ejércitos». A David le fue suficiente una honda y cinco piedras para derrotar a Goliat. «Cada gigante tiene su punto débil --comentó el predicador--. Basta prestar atención. Un canto bien colocado derrotó al gigante y su espada fue utilizada para cortarle la cabeza».

La fuerza de Dios

«David es la figura de la Iglesia de hoy. En muchas situaciones, estamos en minoría en cuanto a números, fuerzas, posibilidades y medios. Pero, al igual que David, seguimos adelante en nombre de Dios. En la historia, la Iglesia, tanto en su dimensión universal como local, ha sido una minoría ante el imperio romano y ante las invasiones de los bárbaros. Quedó debilitada por las divisiones internas en la era moderna, así como por la revolución francesa. En el siglo que termina ha sufrido las prepotencias del nazismo, del comunismo y ahora del consumismo. Pero ante los Goliat de todas las épocas, el Señor ha mandado a muchos David inermes: santos, papas, mártires».

Para dar actualidad a sus palabras puso el ejemplo de las primeras palabras del pontificado de Juan Pablo II: «¡No tengáis miedo!». Su emblema ha sido la Cruz «esperanza única» y María: «vida, dulzura y esperanza nuestra». Este Papa afirmó: «El comunismo es sólo un paréntesis en la historia».«Muchos se burlaron de él. Pensaron que no era realista. Decían que el mapamundi ya era de color rojo. Pero el comunismo en Europa del Este cayó y la Iglesia está cruzando el umbral del tercer milenio».

«Por eso, hermanos, "¡No tengáis miedo! Sigamos en nombre de Dios y caerán los muros del nuevo Jericó».


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EL SECRETO DE LA ESPERANZA, «REGRESAR A JERUSALEN»
El Papa prepara su peregrinación a Tierra Santa con una semana de oración

CIUDAD DEL VATICANO, 19 mar (Palabra).- Juan Pablo II no se podía haber preparado mejor para la peregrinación que mañana comienza a Tierra Santa. El 18 de marzo por la mañana concluyó los Ejercicios Espirituales, en los que se había retirado durante una semana de oración, con una meditación en la que su predicador, el arzobispo vietnamita François Xavier Nguyên Van Thuân, dirigió la mirada a Jerusalén y a los lugares de la predicación de Jesús hace dos mil años. En su reflexión presentó con fuerza seductora la presencia de Cristo en una Iglesia «que en ocasiones está cansada, triste y desilusionada» ante el mundo actual, como los discípulos de Emaús, pero que al igual que ellos es capaz de regresar a la Ciudad Santa, reconociendo la «inefable certeza» de la presencia de Jesús a su lado.

«La historia que tuvo lugar en aquellos once kilómetros que separan a Jerusalén de Emaús, es la imagen del camino interior al que está llamado todo creyente: de la tristeza a la alegría, la «gran alegría del arte de amar» que une a la Iglesia gracias a la presencia de Jesús entre los suyos».

(Monseñor Nguyên Van Thuân explicó de este modo cómo los cristianos pueden mantener la paz del corazón incluso en los momentos más difíciles):

«Cada vez que Jesús se aparece después de la resurrección, siempre saluda con estas palabras: "La paz esté con vosotros". Jesús es nuestra paz, nuestra esperanza. Esta auténtica paz, que es una alegría que el mundo no puede dar y que nadie puede quitarnos, se alcanza sólo con el camino penitencial, con el cambio real de vida, como nos pide el Jubileo. Cambiar lo humano para hacer que se haga divino. Esto requiere una "metanoia", un cambio. Como ese cambio progresivo y después decisivo de los discípulos de Emaús: convertidos por la Palabra y por la presencia de Cristo entre ellos, cambiaron de camino. Huían de Jerusalén, la ciudad del escándalo de la muerte de su maestro en el que habían puesto su esperanza y ahora, sin miedo, regresan a Jerusalén, ciudad de la muerte y de la resurrección de su Señor».

«La paz que Jesús anuncia a sus discípulos es también amor. En el amor, el corazón se reconcilia, se reunifica, alcanza de nuevo esa paz para la que hemos sido creados y para la que estamos destinados».

«El episodio de Emaús nos recuerda a todos nosotros una realidad gozosa de la experiencia cristiana: la presencia perenne en la Iglesia del Cristo resucitado. Presencia viva y real en la Palabra, en los sacramentos, en la Eucaristía. Pero también en las personas y entre las personas, en los ministros de la Iglesia, en los pobres, en cada hermano».

«Desde hace dos mil años la Iglesia vive de esta presencia. Y, mirando hacia el futuro, tiene la esperanza de su promesa: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final del mundo". Tenemos que ser testigos de esta presencia y de esta esperanza. Volvamos continuamente a Jerusalén, como ahora se prepara a hacerlo el Santo Padre. Un regreso a los manantiales, al centro de la Iglesia, donde Jesús enseñó, sufrió la pasión, murió y fue sepultado. Parecía el final. Pilatos mandó soldados para custodiar la tumba de Jesús; los judíos hicieron rodar la gran piedra y la sellaron. Querían acabar con él para siempre. Cancelarlo de la memoria de todos, incluso de los suyos. Pero, en Jerusalén, Jesús resucitó y se apareció a muchas personas. La Iglesia exulta de alegría porque Jesús dijo: "Confiad: yo he vencido al mundo"».

Qué significa realmente ser cardenal

F. X. Nguyên Van Thuân, nos dice: Mi madre quería que fuera sacerdote, no cardenal.


CIUDAD DEL VATICANO, 2 febrero 2001 (ZENIT.org).- De las cárceles comunistas a «príncipe de la Iglesia». Así se puede resumir la vida de François Xavier Nguyên Van Thuân, el arzobispo vietnamita que será creado cardenal por Juan Pablo II el próximo 21 de febrero.

En 1975, Pablo VI le nombró arzobispo de Ho Chi Minh (la antigua Saigón). El gobierno comunista definió su nombramiento como un complot y tres meses después le encarceló. Durante trece años estuvo encerrado en las cárceles vietnamitas. Nueve de ellos, los pasó régimen de aislamiento.

Una vez liberado, fue obligado a abandonar Vietnam a donde no ha podido regresar, ni siquiera para ver a su anciana madre. Ahora es presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz de la Santa Sede.

El mes de marzo pasado, el arzobispo François Xavier Nguyên Van Thuân, predicó los ejercicios espirituales a Juan Pablo II y a la Curia romana. Tuvieron un eco inesperado por la esperanza cristiana que rezumaban, a pesar (o precisamente) gracias a la dura vida que ha tenido que afrontar. Pudieron ser seguidos gracias a las crónicas diarias publicadas por Zenit. Ahora se han convertido en un libro publicado con el título «Testigos de esperanza» por la editorial Ciudad Nueva.

En esta entrevista, concedida a los micrófonos de Radio Vaticano , monseñor Van Thuân hace sus confesiones tras su denominación como cardenal.

--Monseñor Van Thuân, ¿cómo ha acogido su nombramiento?

--Van Thuân: Al recibir el nombramiento del Santo Padre sentí en mi corazón un una fuerte sensación: soy indigno. «¡Rezad por mi!». Ahora bien, en la gracia gratuita del Señor me siento lleno de la misericordia del Señor. Pienso en mi madre anciana. Sus sentimientos son como una lección que me guía. Recuerdo que a veces con el pasar de los años algunos sacerdotes vietnamitas han ido a verla y alguno le preguntó si quería que yo fuera nombrado cardenal. Ella respondió: «No. Cuando le mandé al seminario siempre recé para que fuera un buen sacerdote, para que ofreciera la Santa Misa. Y eso basta».

--¿Qué significa para usted ser cardenal?

--Van Thuân: La fidelidad a la Iglesia que está representada con el color rojo púrpura, el color de la sangre. Significa que debo estar disponible hasta la efusión de la sangre. Tengo algo de experiencia y he comprendido lo que esto significa. No sólo en el martirio, sino también en el trabajo cotidiano, en la paciencia para que cada uno cargue con su cruz, para aprender a compartir el sufrimiento de tanta gente que nos rodea, y así promover la evangelización de todos.

--Así que, tras trece años en la cárcel, se puede seguir dando la vida como presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz...

--Van Thuân: Dar la vida es como mi trabajo; un sacrificio que tiene como objetivo tratar de que disminuya la miseria en el mundo, llevar la paz, cancelar la deuda y aliviar el hambre, la enfermedad en el mundo.

En el camino de la esperanza

Biografía cronológica del Siervo de Dios, Monseñor Nguyen Van Thuân



Una breve cronología de la vida del Card Van Thuan.


Nieto del ilustre Gran Chambelán Ngo Dinh Kha, también Mariscal de Palacio, Comandante de la Guardia Imperial, Gran Sabio asistente al trono y tutor imperial

Ngo Dinh Diem, tío de Thuan, Primer Ministro y Presidente de Vietnam, asesinado tras el golpe de 1963. Este hombre tan amado por Thuan, influyo decisivamente en él y la espiritualidad para políticos

Nació en Phu Cam en la diócesis de Hue, Provincia de Tua Thien, Vietnam, en abril 17, 1928. Su Padre, Nguyen Van Am y su madre Ngo Dinh Thi Hiep.

El asesinato y la ejecución de su u tío y su primo iniciaron la destrucción de su familia.

El atractivo por la vida contemplativa, le condujeron a considerar el ingreso en la orden benedictina en las montañas de Thien An en 1940. Pero no lo hizo.

Estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor de Kim Long, en Hue.
Ordenado sacerdote en junio 11 de 1953

En 1953 le fue diagnosticado tuberculosis en el pulmón, que más tarde milagrosamente, desapareció totalmente la fatal enfermedad.

Capellan en la Prisión de Hue y de la escuela de Hermanos Lasallistas, misma en que fue educado.

En agosto de 1957 visito el sur de Francia para ir a Lourdes y escuchó en su corazón las palabras que la Virgen había dirigido antes a la santita: “No te prometo alegría y consuelo en la tierra, sino más bien adversdades y sufrimiento”. Y lo acepto sin miedo.

Estudios en la Universidad Pontificia Urbaniana, y de 1956 a 1959 en Propaganda Fide en Roma. Obtiene el grado de Doctor en Derecho Canónico con la máxima distinción Máxima Cum Lauda por su tesis “Capellanía Militar en el Mundo”.

Catedrático y Director del Seminario Menor de Hoan Thien en 1962; y al mismo tiempo, Vicario General de la Diócesis de Hue de 1964 a 1967.

En 1967, el Papa Paulo VI lo nombra como el primer Obispo vietnamita de Nha Trang, Su lema espicopal “Gaudium et Spes”.

En 1968 Nha Trang fue atacada y las tropas comunistas ocuparon muchas ciudades. Fue bombardeada la casa de Thuan.

Escribió además seis cartas circulares para la formación de su diócesis: Despierten y oren (1968), Fuertes en la Fe, avancen con serenidad en 1969; Justicia y Paz, 1970; La Misión de Cristo es también nuestra Misión; Recordando 300 años, en 1971; y finalmente, Años Santos de Renovación y Reconciliación, también 1971.

En abril 23 de 1975, S.S. Juan Pablo II lo nombra Arzobispo Coadjutor de Saigón, y al mismo tiempo, Arzobispo titular de Vadesi.

Ocupo cargos en la Conferencia Episcopal Vietnamita. Presidente del Comité de Justicia y Paz, Comunicaciones Sociales y del Desarrollo de Vietnam. Miembro fundador de la Estación de Radio Católica Veritas Asia, y asesor del Pontificio Consejo para los Laicos de 1971 a 1975. Asesor y miembro de la Congregación para la Evangelización de la Gente, y miembro de la Divine Congregation y Disciplina Sacramental.

En la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, el 15 de Agosto de 1975, fue engañado, detenido y llevado con escolta, de Nha Trang a Cay Vong, lugar de su primer confinamiento.

En octubre de 1975, hizo una señal a un niño de siete años, Quang, que regresaba de la Misa a las 5, todavía oscuro: "Digle a tu mamá que me compre bloque viejos de calendarios". y todas las noches de octubre y noviembre de 1975 escribió a su pueblo desde la cautividad. Así nació “Camino de Esperanza”.

En 1980 permaneció en la residencia obligatoria de Giang-xá, en el Vietnam del Norte, simpre de noche y en secreto, escribio su segundo llibro, "El camino de la esperanaza a la luz de la Palabra de Dios y del Concilio Vaticano II"; después su tercer libro, "Los peregrinos del camino de la esperanza"

El 21 de noviembre de 1988, fiesta de la Presentación de nuestra Señora, fue liberado y obligado a vivir en la casa del Arzobispado de Hanoi, sin permiso de ejercer labor pastoral.

En mayo 11 de 1996, recibe el doctorado Honoris Causa de la Universidad Jesuita de New Orleáns, en E.U.

México, donde en 1998 predicó ante 50,000 jóvenes en la Plaza de Toros de la Ciudad

Con similares reconocimientos y títulos honorarios fue también galardonado el nueve de junio de 1999 en Roma.

En marzo de 1999 se le permitió visitar a sus padres en Sydney, Australia, y viajar a Roma para reunirse con el Santo Padre y después volver a Hanoi.

Durante la Cuaresma del 2000, recibe una invitación especial del Papa Juan Pablo II para predicar los ejercicios espirituales en su presencia y a la Curia Romana, en el marco de Gran Jubileo y al inicio del nuevo milenio

En 2001 la congregación para la Evangelización de los pueblos, le confió también con la responsabilidad de visitar seminarios del otro lado del mar, y de diversos países africanos.

Su condición empeora a principios de junio de 2002, y recibe tratamiento el Hospital Agostino Gemelli. Posteriormente es transferido al Hospital Pio XI para ulterior tratamiento.

El 16 de septiembre del 2002, Nuestro Cardenal Fco. X. Nguyen Van Thuan, tras años de sufrir un fuerte cáncer, da su paso definitivo a la vida eterna, al gozo de la luz eterna, al final del Camino de la Esperanza. Retorna a la casa del padre.

Sus libros:
1. Cinco Panes y Dos Peces
2. Camino de la Esperanza (Mil y un Pasos en el Camino de la Esperanza)
3. Testigos de Esperanza.
4. "Oraciones de Esperanza".
5. "La Esperanza no defraudada."
6. "Scoprite la gioia della speranza" (último retiro espiritual predicato da SER Card. Van Thuan).

Fuente:
Ricardo Fco. Padilla C.,
Mater Unitatis.

18/09/2006

¿Quién es Ud. Mons. Van Thuan?

Nguyen van Thuan proviene de familia de mártires, fue nieto del ilustre Gran Chambelán Ngo Dinh Kha, también Mariscal de Palacio, Comandante de la Guardia Imperial, Gran Sabio asistente al trono y tutor imperial. Su sueño siempre fue la independencia de Vietnam, ideal por el que también murireron mártires algunos de sus hijos, entre ellos Ngo Dinh Diem, tío de Thuan, Primer Ministro y Presidente de Vietnam, asesinado tras el golpe de estado durante la revolución comunista, en 1963.
Este hombre tan amado por Thuan, influyo decisivamente en él y la espiritualidad para políticos que al final de su vida definió con clarividencia sobrenatural. Otros tres tíos de Thuan caminaron también por este sendero del mártiro y el exilio: Ngo Dinh Khoi, Gobernador de Hanoi; Ngo Dinh Luyen, Consejero jefe de la Presidencia; y Ngo Dinh Nhu, exiliado en 1963. Igualmente Ngo Dinh Tuc, tío y mentor, obispo de Vinh Long.

Nuestro fundador nació en Phu Cam en la diócesis de Hue, Provincia de Tua Thien, Vietnam, en abril 17, 1928. Fue el mayor de 8 hermanos; 3 varones, y 5 mujeres. Su Padre, Nguyen Van Am, paso a la vida eterna el 1ro de julio de 1993, en Sydney, Australia. Su madre Ngo Dinh Thi Hiep, con difundida y bien ganada fama de santidad, tiene actualmente 101 años de edad y vive en Sydney, Australia con su hija Anne Ham Tieu cerebro).


Vietnam cuenta con gran número de mártires católicos. De 1644 hasta 1888 los reyes y emperadores vietnamitas arremetieron contra la minoría católica. El resultado 150,000 martires: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. Más de 3000 Iglesias fueron incendiadas, comunidades cristianas enteras, destruídas, y sus hogares saqueados y quemados. Para Thuan y sus padres, la supervivencia por medio de la resistencia, fue testimonio del poder de Cristo Crucificado. Desde entonces este bello país ha sido recurrentemente invadido por: chinos, franceses, norteamericanos...

Desde muy pequeño, Fr. Thuan se desarrollo en un ambiente de profunda fe católica ante al ejemplo de su madre Elizabeth. Cada mañana, su madre, les contaba historias de la Biblia y de los mártires de Vietnam, especialmente de sus ancestros. Lo introdujo también a la vida de santa Teresita del Niño Jesús, recalcando su testimonio de amor y perdón.
Thuan ingresó al Seminario Menor a temprana edad. Prosiguió sus estudios de philosofía y teología en el Seminario Mayor de Kim Long, en Hue.



El Norte de Vietnam estaba bajo el control político del régimen comunista, mientras la mayor parte de los sacerdotes habían sido prisioneros y los templos destruidos. Arreciaba tanto el conflicto social, que Thuan y sus compañeros seminaristas no podían ser protegidos del hecho de que el mundo que habían conocido de niños estaba desapareciendo, y que aquella guerra les estaba esperando justo a la salida del seminario. Era obvio que de continuar la guerra, todos podían ser llamados a luchar en algún campo de batalla. Muchos pesaban que después de esa guerra surgiría una nueva independencia nacional. Pero no fue así...Thuan amaba la paz y odiaba la guerra. Tenía que recordar cada vez más el enorme numero de asesinados y mutilados y orar por ellos.

Su tío Diem, exprimer Ministro, organizaba en secreto una amplia cadena de patriotas. Thuan sabía que esto lo ponía en terrible peligro, pero cuando lo visitaba, Diem, hombre de oración profunda, rodeado de espías franceses, se mostraba con una contundente paz interior, sonriente, no parecía reocuparle nada. Diem que había sido el tutor de Thuan en estrategias políticas, se había convertido también en su guía espiritual. La devoción de Thuan por su tío se hizo infinita.




Pasaba mucho tiempo leyendo vidas de santos y rezando. La imagen de su Madre orando inmóvil en su Capilla privada, marcó su vida interior. Meditaba los misterios del Rosario. La Eucaristía le daba fuerzas renovadas, nunca se perdió la misa matutina, para después someterse a un régimen de ejercicios físicos. Daba largos paseos por la montañas siempre que podía. Era un buen nadador, y recorría quince millas asta la Playa de Thuan An.

La ira amenazaba el alma de Thuan, cuando el asesinato y la ejecución de su u tío y su primo iniciaron la destrucción de su familia. Thuan encontró que la ira incontrolada era el peor impedimento para alcanzar un estado de abandono total a la voluntad de Dios. No podía seguir a Cristo sino perdonaba. Saco entonces también valor de las cartas de san Pablo, hasta que las memorizó todas. Siguió memorizando salmo tras salmo. Orando apoyado en este, pudo también superar la batalla de Hue, por la que su familia tuvo que huir al campo con la subsecuente separación de sus padres.

Leyó con especial devoción la vida del santo Cura de Ars, que le motivó tanto que pensó que podía dedicar su vida como sacerdote diocesano en un pequeño y sencillo poblado en la campiña. Pero la Providencia tenía otros planes para él.

Comenzó un serio estudio de la vida de san Ignacio de Loyola, su fundador, y sus ejercicios espirituales. Thuan estaba impresionado con el trabajo misionero de los jesuitas que había llegado a Vietnam por primera vez en 1615.

El amor de Thuan por la oración y la meditación, el atractivo por la vida contemplativa, y la lectura de la regla de san Benito, le condujeron a considerar el ingreso en la orden benedictina en las montañas de Thien An en 1940. Entabló una estrecha relación con los frailes. Bajo su recomendación leyó y memorizo obras completas de Columba Marmion, cuyas enseñanzas quedaron bajo el lema de “Servir más que dirigir”.

Atrás quedaron sus años mozos. Fue ordenado sacerdote en junio 11 de 1953 . Y como toda su vida sucedió, tal como lo comentó numerosas ocasiones, nunca permitio la Providencia que después de una gran noticia o acontecimiento, viniera una difícil prueba. Su ordenación no fue la excepción. Poco tiempo después, fue informado que estaba enfermo de tuberculosis y que su pulmón derecho requería ser extirpado. Rezo el Rosario muchas veces con su madre y padre (quienes ya estaban de vuelta) para animarle. Antes de la operación le practicarón nuevos análisis, esta vez para constatar que no había rastro de tuberculosis en dicho pulmón. Se había obrado un milagro.

Adicionalmente a su ministerio en la Parroquia de San Francisco Xavier, se desempeño también como capellan en la Prisión de Hue y de la escuela de Hermanos Lasallistas (Binh Minh), misma en que fue educado.

EL obispo Urrutia, amigo y mentor de Thuan, le informa que el desempeño de sus labores le llevaba a la determinación de mandarlo a otro lado... “¿A dónde me mandará?”, penso. Vino la respuesta: “A Roma”. Fue informado pues que poseía las cualidades necesarias para ser un líder de la Iglesia.




Tras conocer en Roma a laicos como De Habitch (líder del Pontificio Consejo para el laicado) y a Jean Larnaud, Thuan se convenció del papel especial del laico en la Iglesia. Hecho que influyo marcadamente su pensamiento y la espiritualidad de Mater Unitatis.

De Italia viajo a varios países europeos. Fue a Dublín y paso algún tiempo con Frank Duff, el fundador de la Legión de María, para profundizar así su devoción a nuestra amadísima Madre. Leyó también al cardenal Leo Suenes de Bruselas, que le ayudó a entender mejor el movimiento carismático católico, que era también muy mariano. Esto le llevo a viajar a Fátima, pero antes, en agosto de 1957 visito el sur de Francia para ir a Lourdes. Igual que le había ocurrido en La Vang, sintió ahí una fuerte presencia de la Madre. Y no fue para menos. Arrodillado ante la cueva, donde una vez hizo lo mismo Bernardette, escuchó en su corazón las palabras que la Virgen había dirigido antes a la santita: “No te prometo alegría y consuelo en la tierra, sino más bien adversdades y sufrimiento”. De repente se dio cuenta que estás palabras también estaban dirigidas a él. Cuanto más rezaba, más claramente oía el mensaje, y murmurando respondió: “En el nombre de tu Hijo y en el tuyo, María, acepto adversidades y sufrimiento”, y no sintió pena. Aceptaba, pero no tenía idea de las consecuencias.

De regreso a los estudios, cursa derecho canónico en la Universidad Pontificia Urbaniana, y de 1956 a 1959 a Propaganda Fide en Roma. Obtiene el grado de Doctor en Derecho Canónico con la máxima distinción Máxima Cum Lauda por su tesis Capellanía Militar en el Mundo. Mietras estudiaba en Roma, Fr Thuan acompañó a si tío, el obispo Peter Mary Ngo Dinh Thuc, a una audiencia con Su Santidad el Papa Pio XII.



Una vez de regreso en Vietnam, fue Catedrático y Director del Seminario Menor de Hoan Thien en 1962; y al mismo tiempo, Vicario General de la Diócesis de Hue de 1964 a 1967.
El 13 de abril de 1967, el Papa Paulo VI lo nombra como el primer Obispo vietnamita de Nha Trang, remplazando al Obispo Raymundo Paul Piquet (1957-1967). Para junio de ese mismo año es consagrado obispo, el día de la solemnidad de San Juan Bautista, por el delegado apostólico en Vietnam, Laos y Camboya, S.E. Angelo Palmas.

Adopta como su lema episcopal: Gaudium et Spes (Gozo y Esperanza). El diseño de su escudo guardaba gran similitud con el escudo presidencial de su tío Diem, principalmente por las siete varas de bambú.

Su instalación toma lugar en Julio 19 de 1967. Durante sus primeros ocho años en Nha Trang, no escatima esfuerzo alguno para desarrollar y fortalecer su diócesis ante el advenimiento de tiempos difíciles. El entorno sociopolítico de su amado Vietnam, estaba en ebullición, por doquier matanzas y discordias.

Cómo líder de la diócesis elaboró un doble plan. Uno en caso de que Vietnam del Sur evitará el gobierno comunista, pero más importante el segundo plan, que previa la caída de



Vietnam del sur bajo dominio comunista.

Se enfocó a formar formadores y a incrementar el número de seminaristas (mayores), que pasaron de 42 a 147sacerdotes; y seminaristas menores, de 200 a 500 distribuidos en cuatro seminarios. Organiza diversos cursos y seminarios para sacerdotes en seis diócesis de Vietnam Central.

Organiza además otros cursos de formación, capacitación y desarrollo para instituciones de jóvenes, asociaciones y grupos parroquiales, consejos parroquiales y otros más especializados para el Movimiento Justicia y Paz, Cursillos de Cristiandad, Focolares, y la naciente comunidad de La Vang, primer comunidad de Mater Unitatis, nombre inspirado por la gran devoción que a esta advocación.

La historia de La Vang y de las apariciones inicia con los católicos perseguidos por la Dinastía Tay Son en el siglo XVIII, que corrían a la selva para refugiarse. Entonces una noche llegó una señora y les habló, y sus palabras calmaron todo su sufrimiento y temor. Sacó a los refugiados de su miseria y fortaleció su esperanza en la vida eterna. Thuan experimento en su vida una poderosa, casi física presencia de la Virgen María en dicha selva. Rezo para que volviera la paz en el confuso mundo que lo rodeaba.

En 1968 Nha Trang fue atacada y las tropas comunistas ocuparon muchas ciudades. Fue bombardeada la casa de Thuan. Pero no salió de su boca queja alguna. Tenía cosas problemas más importantes.

El joven obispo Thuan escribió además seis cartas circulares para la formación de su diócesis:
1) Despierten y oren (1968).
2) Fuertes en la Fe, avancen con serenidad (1969).
3) Justicia y Paz (1970)
4) La Misión de Cristo es también nuestra Misión.
5) Recordando 300 años (1971)
6) Años Santos de Renovación y Reconciliación (1971).

Por estos años, Thuan leyó la historia del padre José Agustín Pro Juárez, jesuita Mexicano. Arrestado por la policía secreta del gobierno comunista mexicano, el padre Pro tuvo una muerte de mártir. Sin juicio fue sentenciado a muerte y fusilado en 1917. Pensaba: “No le asustaba nada porque había puesto su vida en manos de Dios una vez para siempre”.

Las homilías, cartas y otras expresiones públicas de Thuan descalificando el comunismo, lo puso en la mira de los revolucionarios. Él lo sabía, pero debía hablar con la verdad y guiar como pastor.

Thuan ocupo varios cargos en la Conferencia Episcopal Vietnamita. Fue Presidente del Comité de Justicia y Paz, Comunicaciones Sociales y del Desarrollo de Vietnam, encargado éste último de Corev, instancia para la asistencia y reestablecimiento de refugiados que huían de la guerra en el Centro y Sur de Vietnam. Fue además miembro fundador de la Estación de Radio Católica Veritas Asia, y asesor del Pontificio Consejo para los Laicos de 1971 a 1975. Y por si fuera poco, asesor y miembro de la Congregación para la Evangelización de la Gente, y miembro de la Divine Congregation y Disciplina Sacramental.

En medio de plena persecución religiosa, el inquieto obispo de Hanoi decide crear una organización misionera laica que ayudara vivir el mensaje de Cristo en cualquier lugar y según las posibilidades del momento.

Inicio con mujeres y hombres sencillos que quisieran dedicar sus vidas a ello. Su promesa fue vivir el Evangelio en sus familias, en su lugar de trabajo, y dada la carencia de sacerdotes y religiosas, procurarían llevar esta Buena Nueva a todo lugar.

El numero de misioneros laicos creció de 7 a 30. En 1980 sumaban ya 150 miembros. Algunos comenzaron a trabajar en hospitales, otros bautizando niños en sus hogares, visitando prisioneros, confortando a los heridos en combate. Una vez al mes se reunían en secreto con el obispo para celebrar la Eucaristía.

Fue durante estos años, y durante los encuentros derivados de sus muchos cargos, que tuvo la oportunidad de conocer al Papa Juan Pablo II, en aquel entonces Arzobispo de Cracovia. Pudo compartir con él muchas experiencias pastorales en tiempos de gran convulsión en Polonia bajo el régimen comunista.

En abril 23 de 1975, S.S. Juan Pablo II lo nombra Arzobispo Coadjutor de Saigón, y al mismo tiempo, Arzobispo titular de Vadesi. En todo caso el régimen comunista no aprobaba ninguna de estas nominaciones y lo obligó a retornar a Nha Trang.

En la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, el 15 de Agosto de 1975, fue engañado, detenido y llevado con escolta, de Nha Trang a Cay Vong. Le venían a la mente muchos pensamientos confusos: tristeza, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones... Pero en su mente surgió claramente una palabra que dispersó toda la oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: "He pasado la mitad de mi vida esperando". Es verdaderísimo: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: "Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente, colmándolo de amor".

No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda la vida. Si paso mi tiempo esperando, quizá las cosas que espero nunca llegarán. La única cosa que con seguridad me llagará será la muerte.

En el pueblo de Cay Vong, donde se designo su residencia obligatoria, bajo vigilancia abierta y oculta de la policía "confundida" entre el pueblo, día y noche se sentía obsesionado por el pensamiento: "¡Pueblo mío! ¡Pueblo mío que tanto te amo: rebaño sin pastor! ¿Cómo puedo entrar en contacto con mi pueblo, en este momento en que tienen más necesidad de pastor?". Las librerías católicas fueron confiscadas, las escuelas cerradas; las religiosas y los religiosos que enseñaban fueron enviados a trabajar en los arrozales. La separación es un shock que me destruye el corazón.

"Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente, colmándolo de amor; pero ¿cómo?"

Una noche vino la luz: "Francisco, es muy simple, haz como san Pablo cuando estuvo en prisión: escribía cartas a varias comunidades". La mañana siguiente, en octubre de 1975, hice una señal a un niño de siete años, Quang, que regresaba de la Misa a las 5, todavía oscuro: "Dile a tu mamá que me compre bloque viejos de calendarios". Muy entrada la tarde, también en la oscuridad, Quang me trajo los calendarios, y todas las noches de octubre y noviembre de 1975 escribí a mi pueblo mi mensaje desde la cautividad. Cada mañana el niño venía a recoger las hojas para llevarlas a casa y hacer que sus hermanos y hermanas copiaran el mensaje. Así se escribió el libro "El Camino de la Esperanza", que ha sido publicado en ocho idiomas: vietnamita, ingles, francés, italiano, alemán, español, coreano y chino.

Contaba: “La gracia de Dios me dio la energía para trabajar y continuar, aun en los momentos de más desesperanza. El libro lo escribí de noche en mes y medio, tenía miedo de no poder terminarlo: temía ser transferido a otro lugar. Cuando llegué al número 1001 decidí detenerme: fueron como las mil y una noches"

En 1980 permaneció en la residencia obligatoria de Giang-xá, en el Vietnam del Norte, siempre de noche y en secreto, escribió su segundo libro, "El camino de la esperanza a la luz de la Palabra de Dios y del Concilio Vaticano II"; después su tercer libro, "Los peregrinos del camino de la esperanza".

El 21 de noviembre de 1988, fiesta de la Presentación de nuestra Señora, fue liberado y obligado a vivir en la casa del Arzobispado de Hanoi, sin permiso de ejercer labor pastoral. En marzo de 1999 se le permitió visitar a sus padres en Sydney, Australia, y viajar a Roma para reunirse con el Santo Padre y después volver a Hanoi.

En este período comenzó a sentirse un poco de libertad religiosa en Vietnam, sin embargo, la gente no tenía la libertad de reunirse para la celebración de la Santa Misa o de agruparse sin previa autorización. Los primeros miembros de Mater Unitatis comenzaban a reunirse con sacerdotes ocultos, y recuperaban templos abandonados para en su momento limpiarlos y acondicionarlos apropiadamente para el culto.
Mientras tanto, la enseñanza del catecismo era ya un hecho, así que, obispo, sacerdotes y miembros de MATER UNITATIS daban inicio al estudio sistemático de la Biblia, a preparar coros, y otras actividades más.

Desde 1991 vivió exiliado en Roma, pero su corazón estaba también en su Iglesia de Vietnam, su hogar.

Nunca escatimó esfuerzos para asistir a los leprosos, organizaciones caritativas, programas de investigación, culturales, reconstrucción de Iglesias, enseñanza en seminarios, y muchas otras cosas.

En tanto, en la Ciudad de México en el año 1993,Gabriela Cosío Guerra y Ricardo Fco. Padilla C., inician su conversión. Conocen a la Madre María Martha, del Monasterio de la Visitación, de quien empiezan a recibir dirección espiritual. Ricardo, quien había llevado una vida azarosa y disipada, es agraciado con una bella experiencia de Dios. Es entonces que se integra como misionero al Movimiento Siervos de los Pobres de Tercer Mundo, en el Perú. Gabriela espera un año el incierto regreso, mientras continuaba trabajando como diseñadora de modas en afamadas firmas. Pero la guía de la Madre Martha, y su abandono a la voluntad de Dios, la llevó también a una experiencia de Dios que la lleva a iniciar su primer labor como catequista. Una vez de regreso Ricardo, deciden consagrarse a Dios como matrimonio misionero, y se casan en la Ciudad de México en noviembre de 1994. Participan durante los primeros años del nacimiento CLARA + VISIÓN, con Emilio Burillo y Mónica Alemán. En 1997 llegan a Chiapas para dar vida a lo que será Fundación León XIII, donde permanecerán hasta marzo del 2001.

En noviembre de 1994, S.S. Juan Pablo II lo nombra Vicepresidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, y subsecuentemente Presidente del mismo en junio 24 de 1998, remplazando así a querido Cardenal Roger Etchegaray, actualmente retirado.

En México la semilla ya estaba echada. Gabriela y Ricardo Fco. reciben petición expresa del C. Van Thuan para fundar Mater Unitatis, pero ahora en todo el país.
La Ciudad de México y Chiapas reciben a su amadísimo fundador vietnamita, quien tiene como misión principal explicar a la comunidad naciente de Mater Unitatis lo que el Espíritu le ha iluminado sobre lo que será la naciente obra

En 1999 Nace el primer grupo de oración en San Cristóbal. María santísima empieza un peregrinar bajo su advocación de Guadalupe el día 12 de diciembre para visitar diversas comunidades indígenas (algunas en conflicto), mismas que un año más tarde serán las primeras en ser servidas por la comunidad naciente de miembros laicos mexicanos a través de los primeros proyectos de desarrollo.

Monseñor Carlos Talavera, Presidente de la Comisión Episcopal (mexicana) para los Laicos, traduce los textos de la espiritualidad al español, erige canónicamente Mater Unitatis en la diócesis de Coatzacoalcos como Asociación Pública de Files. Ricardo Fco. elabora los Estatutos y Regla de Vida que será posteriormente entregados a Monseñor Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas; para ser finalmente aprobados personalmente por Cardenal Van Thuan durante su visita a Chiapas en noviembre del 2001.

Con esto, y con el apoyo de amigos del naciente Movimiento, y un bienhechor Metodista estadounidense, Brian Haney, dan comienzo los proyectos evangelización y promoción y desarrollo social en Chiapas en 2002; sus beneficiarios son personas de diferentes credos y denominaciones cristianas.

Se promueve la espiritualidad y sus obras en diferentes estados de México y por diversos medios. Llegan las primeras vocaciones laicas autóctonas. Y nace la revista electrónica "En el Camino de la Esperanza".

Pero la cruz no terminaba para nuestro querido cardenal que, desde su liberación, pasó por siete operaciones; tres de las cuales le han ocasionado infecciones que le llevaron a un estado crítico de salud. La penúltima operación, fue el 17 de abril de 2001, en el Saint Elizabeth Medical Center, en Boston, E.U. Y la última operación tuvo lugar el 8 de mayo del 2002, en el Centro de Investigación de tumores de Milán, Italia.

Su condición empeora a principios de junio de 2002, y recibe tratamiento el Hospital Agostino Gemelli. Posteriormente es transferido al Hospital Pío XI para ulterior tratamiento.

Su vida en el exilio, estuvo plagada de invitaciones a predicar retiros y dar su testimonio en un sin número de países y con las más diversas audiencias. Por ejemplo, en la Catedral de Nuestra Señora en Paris, Francia; en varias Universidades, Institutos y Movimientos en México, donde en 1998 predicó ante 50,000 jóvenes en la Plaza de Toros de la Ciudad. En mayo 11 de 1996, recibe el doctorado Honoris Causa de la Universidad Jesuita de New Orleáns, en E.U. Con similares reconocimientos y títulos honorarios fue también galardonado el nueve de junio de 1999 en Roma.

La congregación para la Evangelización de los pueblos, le confió también con la responsabilidad de visitar seminarios del otro lado del mar, y de diversos países africanos.

Durante la Cuaresma del 2000, recibe una invitación especial del Papa Juan Pablo II para predicar los ejercicios espirituales en su presencia y a la Curia Romana, en el marco de Gran Jubileo y al inicio del nuevo milenio. Cuando el Santo Padre lo recibió en privado para felicitarlo después de dicha serie de retiros, Cardenal Van Thuan le dijo: “hace 24 años estaba celebrando misa con tres gotas de vino y una de agua en la palma de mi mano. Nunca hubiera pensado que el Santo Padre me recibiera de esta manera... Que grande es nuestro Señor, y que grande es su amor”.

En febrero del 2001 fue elevado al Colegio Cardenalicio por el Santo Padre Juan Pablo II, con lo que le vino el mismo nombramiento de la Iglesia de Santa María della Scala, bajo el cuidado pastoral de los padres carmelitas.

El 16 de septiembre del 2002, Nuestro Cardenal Fco. X. Nguyen Van Thuan, tras años de sufrir un fuerte cáncer, da su paso definitivo a la vida eterna, al gozo de la luz eterna, al final del Camino de la Esperanza. Retorna a la Casa del Padre.

Después de los servicios en La Basílica de San Pedro, en Vaticano, para su sepelio, se reúnen Elizabeth Nguyen Thi Thu Hong (hermana del Cardenal), padre Paolo Hien (fiel amigo y secretario particular de monseñor Van Thuan) y Ricardo Fco. Padilla en Roma. Se habla del futuro de Mater Unitatis y la propagación de la obra en otros países.

Autor y traductor: Ricardo Fco. Padilla, Mater Unitatis

Bibliografía:
Bibliografía oficial: Cardenal F.X. Van Thuan, “Prisionero político, profeta de la paz”, Andre Nguyen Van Chau
Biografía de Cardenal Van Thuan (versión original en inglés) editada por VietCatholic. Roma, 16 septiembre 2002. “Coordinating Office of the Apostolate for the Vietnamese in the DiasporaCardinal Francois Xavier Nguyen Van Thuan,
President of the Pontifical Council of Justice and Peace”.
Fotografías cortesía del sitio en Internet elaborado por la familia de Cardenal Van Thuan www.card-fxthuan.org

miércoles, 12 de marzo de 2008

Carta de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo

Queridos hermanos y hermanas, teólogos y teólogas, compañeros y compañeras en el compromiso solidario con los empobrecidos del mundo, y en el afán de unir la fe con este servicio de comunión.

Esperamos encontrar a cada uno/a de ustedes firme en la paz y en la alegría. Nosotros, miembros de la Coordinación Internacional de la ASETT, Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo (EATWOT por su sigla en inglés: Ecumenical Association of Third World Theologians), les escribimos para estrechar los lazos que nos unen en la misión propia de ASETT y, así, dar una señal de comunión y apoyo a un hermano y compañero que en cierta forma, a causa de la tarea que le encomendamos que hiciera, está sufriendo presiones y censuras injustas. Por otra parte, el propósito con el que les escribimos este mensaje es insistir en que todos/as nosotros/as, que nos empeñamos en elaborar una teología para hoy, podamos disfrutar de las condiciones mínimas de libertad de investigación y de expresión, sin las cuales no se dará una teología que no sea mera repetición poco inteligente de los dogmas de siempre.

En Quito, Ecuador, en octubre de 2001, la Asamblea Mundial de la ASETT decidió con sus votos que el objeto principal de la investigación teológica de la ASETT fuese la elaboración de una Teología del Pluralismo cultural y religioso desde la opción espiritual y los presupuestos metodológicos de la Teología de la Liberación. A partir de entonces, la Comisión Teológica de América Latina de la ASETT se puso manos a la obra, y, siempre animada por el espíritu investigador y la capacidad de organización y de trabajo de José María Vigil, reunió teólogos y teólogas, tanto de América Latina como de otros continentes, y organizó una serie de cinco volúmenes, titulada «Por los muchos caminos de Dios», que se ha constituido ya en una buena pista para la profundización hacia una Teología Pluralista e Interreligiosa a partir de los presupuestos y caminos de la Teología de la Liberación. La asamblea mundial siguiente de la ASETT, celebrada en Johannesburg, Sudáfrica, en 2006, confirmó esta opción de trabajo teológico y votó por José María Vigil para coordinador de la Comisión Teológica Internacional de la ASETT, así como de la Comisión Teológica Latinoamericana de la misma ASETT.

No podemos dejar de expresar nuestra tristeza al saber que la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española ha divulgado una nota de censura y condenación contra el libro «Teología del Pluralismo Religioso», de la autoría de José María Vigil, además de emitirla sin comunicarse siquiera con el autor para pedirle aclaraciones sobre los puntos que pudieran parecerle extraños o discutibles a los obispos.

Lamentamos que pastores cristianos que debieran dar al mundo un ejemplo de ser personas de diálogo, condenen un libro sin conversar con el autor, y sin escuchar al menos una opinión divergente de las suyas. No se dan cuenta de que la preocupación de reflexionar sobre la fe a partir de presupuestos culturales nuevos, al contrario de lo que prejuzgan, renueva la posibilidad de adhesión espiritual para una multitud inmensa de seres humanos que no consigue ya acoger el mensaje del reino de Dios si viene de una Iglesia autoritaria y cerrada en su dogmatismo.

Como entidad ecuménica y responsable de incentivar la investigación teológica, la ASETT está convencida de que, más peligroso para la fe que cualquier error doctrinal que por acaso estuviere contenido en las entrelíneas de un libro como el de Vigil, sería el fin de la elaboración teológica, al ser reprimida por el cercenamiento de la libertad de pensamiento y por el rechazo eclesiástico de un sano pluralismo de investigación en las Iglesias cristianas.

Como teólogos y teólogas cristianos, no podemos asistir a este tipo de censura como si no tuviésemos nada que ver con ello, limitándonos a expresar nuestro disgusto y lamento. Es preciso dejarlo claro: en la censura al libro de José María Vigil es el conjunto de toda la investigación de todo nuestro trabajo teológico, coordinado por todo un equipo, el que, indirectamente, está siendo juzgado y censurado. Cada vez que un compañero o compañera es censurado por posiciones teológicas que son las mismas que las nuestras y que proceden del trabajo que realizamos juntos, es a todos nosotros/as a quienes esta censura nos hiere.

Dado que es nuestra obligación ética, reiteramos a los obispos católicos de España, y de otros lugares, así como a los pastores de otras Iglesias, nuestra disponibilidad a dialogar con ellos sobre cualquier punto que quisieran profundizar. Esperamos que la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española pueda aceptar nuestra invitación para dialogar y profundizar juntos las cuestiones que, como teólogos/as y pastores/as nos interesan.

Aceptaremos siempre discutir teológicamente las cuestiones abiertas y, en un diálogo crítico, revisar los puntos que para ellos serían discutibles.

La ASETT fue creada en un ambiente eclesial marcado por el diálogo y por la certeza de que la unidad sólo es posible cuando se acepta convivir positivamente con las diferencias. Como en víspera de su muerte dijo el monje y místico Thomas Merton, «El nivel más profundo de la comunicación no es la comunicación, sino la comunión. Se da sin palabras. Está más allá de las palabras, más allá de los discursos, más allá de los conceptos (…). Nosotros ya somos Uno. Pero imaginamos que no lo somos. Lo que tenemos que reencontrar es nuestra unidad original. Lo que tenemos que ser es lo que ya somos» .

São Paulo, 23 de enero de 2008


Rohan Silva
President Colombo, Sri Lanka

Emmanuel Martey
Vice-PresidentLegon, Ghana

Luiza E. Tomita
Executive Secretary & Treasurer São Paulo, Brazil