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sábado, 10 de enero de 2009

El judaismo de Jesus

Por José Manuel Vidal
Martes, 23 de diciembre 2008

Mario Saban nació en Buenos Aires en 1966 y es descendiente de los judíos españoles expulsados en 1492. Es teólogo, abogado y secretario de la Entesa judeocristiana de Cataluña. Autor de numerosos libros, en su última y quizás el más polémica obra, “El judaísmo de Jesús” , asegura que el Nazareno “no vino a fundar religión alguna”, que era “un fariseo” y que no hay nada en su ética que sea original. Ni siquiera “el amor a los enemigos”.

¿Por qué elige un tema y un título tan significativo para su libro?

Hace muchos años comencé a estudiar los orígenes judíos del cristianismo, pero la verdad es que nunca me atreví con la figura de Jesús. Le tenía una especie de temor reverencial. Por supuesto, lo leía profundamente en el Nuevo Testamento, pero a mí me interesaba ver el desarrollo del cristianismo posterior a la desaparición de Jesús. De ahí mi primera obra del año 94, Las raíces judías del cristianismo, donde hago un análisis desde la desaparición de Jesús hasta el siglo II. Después hice otra parte de la investigación sobre el judaísmo de Pablo, y finalmente otra obra sobre el sábado en el cristianismo. ¿Por qué el cristianismo cambió el sabbat, el día del descanso sabático, por el domingo?.

¿Y quedaba el judaísmo de Jesús?

Efectivamente, y hace 3 o 4 años me tomé el atrevimiento de abordar por fin a Jesús. Supe que sería difícil, pues es un personaje bastante inclasificable desde el punto de vista intelectual. Para conseguirlo, trabajé de dos formas el Nuevo Testamento: literalmente, leyendo de forma directa, y equilibrando las ideas a través de los autores y las diversas teologías. Pero no quise entrar en el terreno cristológico, con el problema del Mesías, pues siendo yo judío, advertí que lo que justamente nos divide a cristianos y judíos, es el problema de si Jesús es o fue el Mesías, es o no Dios. Me salté esa problemática para centrarme en la ética. En si la ética que Jesús postuló era una originalidad o era la misma que los judíos sustentábamos antiguamente.

Porque lo que queda claro desde el principio, es que Jesús fue un judío. ¿Esencialmente, esa es su tesis, junto con la ética de Jesús? ¿Son ésas las ideas fundamentales de su obra?

Sí. Jesús nació y vivió como judío, por lo tanto, alguien podría erróneamente pensar que reformó la religión judía. Pero, justamente, lo que defiendo en mi obra es que Jesús no vino a fundar ninguna religión, ni pensó que iba a originar el cristianismo. Independientemente de si tenía o no autoconciencia mesiánica. El Antiguo Testamento y la Torá, prácticamente coincide con todas las enseñanzas de Jesús. La originalidad es que las enseñanzas de 400 rabinos juntos, se encuentran todas en Jesús. Tenía un conocimiento sensacional y una memoria prodigiosa de todas las escuelas judías de la época. Y de cada una tomaba lo mejor. Por eso se vuelve inclasificable.

Muchas veces decimos desde la vertiente teológica católica que en Jesús hay especificidades, originalidades concretas. Por ejemplo: el amor a los enemigos. ¿Eso era algo habitual en la ética común de aquella época?

Sí. El amor a loe enemigos está en los textos de la tradición judía. No es una postura original. En Jesús podemos encontrar enseñanzas que lleguen a radicalizar la ética de la Torá. Su ética es más utópica, exige más. El sanedrín permitía a cualquier rabino radicalizar la Torá, no rebajarla, aunque algunos lo hiciesen. Con lo cual, los rabinos pudieron corregir, para arriba o para abajo, los textos de la Torá.

¿Jesús siempre hacia arriba?

No, a veces también flexibilizando. La mayoría sí, hacia arriba, radicalmente.

En el sabbat, por ejemplo, rebaja, ¿no es así?

Sí, y esto permite ver con qué escuelas fariseas estaba conectado Jesús. Por ejemplo, la escuela de Hillel, pedía flexibilidad en las instituciones, las ceremonias, la ética… Cuando Jesús dice “el hombre no ha sido hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre”, está repitiendo las palabras de Hillel en el Talmud. También utilizó Jesús un texto de un rabino que vivió 100 años antes.

¿O sea que no hay nada de lo que conocemos de Jesús que no haya sido dicho antes por los rabinos judíos?

O lo dicen los rabinos o la tradición escrita, y por lo tanto, Jesús no sólo fue judío de nacimiento, sino que todas sus fuentes eran puramente judías.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, el tema del divorcio Jesús lo aborda desde el punto de vista de otra de las escuelas fariseas, la de Shamai, muy dura. Y admite, entonces, el divorcio, sólo en caso de adulterio. ¿Por qué la Iglesia lo prohíbe, si Jesús lo permite por adulterio? En cambio, el judaísmo no heredó la postura de Jesús y de Shamai, sino la de Hillel: flexibilidad total. Y de hecho, en el mundo judío, el divorcio está instituido religiosamente y una persona divorciada puede volver a casarse en la sinagoga. Esto mucha gente católica no lo sabe, pero es así desde la época de Moisés.

Pero Jesús dice “Moisés dijo, la Torá dice, Yo os digo…”. Afirmaciones que, en la teología católica, se aducen como una superación, como un paso más allá de la ética…

Bueno, yo demuestro en una obra sobre la tradición oral hebrea que hay muchos rabinos que dicen “Yo os digo”. Y nadie se inmutó, nadie creó una nueva religión por esto. Todas las excusas de originalidad que el cristianismo necesitó para la independencia de la religión madre, que era la judía, se analizan en el siglo II, pero hasta entonces, los seguidores de Cristo no eran conscientes de estar formando una nueva religión. Seguían a un rabino radical, excelente, que incluso da luz a la interpretación de la Torá de los judíos actuales… pero esto no quiere decir que se formara una “ley de Cristo”, independiente de la Ley de Moisés. Sólo en el siglo II se plantearon: ¿Cómo hacemos para independizarnos de Jerusalén?

¿El que “inventa” el cristianismo es Pablo?

No lo inventa totalmente, pero permite crear un movimiento diferente del mundo judío. Es decir, no es su propia teología, sino las consecuencias de su teología, las que dan lugar a la desvinculación de Jerusalén de los gentiles seguidores de Jesús.

En contra de lo que quería Pedro.

Sí, y también seguramente en contra de lo que quería Jesús. Jesús criticó a los fariseos que van a buscar un prosélito por mar y tierra, y Pablo, que era fariseo hijo de fariseos, justamente hizo esto que Jesús criticó: buscar prosélitos por mar y tierra.

¿Qué diferencias hay entre la ética de Jesús y la de Pablo?

Creo que la ética de Jesús es la misma que la de Pablo. Sólo que Pablo incorpora diferencias culturales del mundo helénico. Pablo hablaba griego, estudió, podría decirse que había ido a la universidad…Su auditorio era la élite judía del Imperio Romano, no los pobres galileos que andaban por ahí. Jesús iba al pueblo. Por eso a Pablo le cuesta más convencer al auditorio de Atenas de la idea de la resurrección. Cuando intenta desde el Areópago convencer a los griegos de esto, lo toman por loco. ¿Quiénes son, entonces, los primeros que lo entienden? Los judíos que vivían en Grecia. Por eso son los que dicen ¡Jesús resucito! Porque existía ya en el marco de la teología judía la idea de la resurrección. Por lo tanto, si estos judíos pudieron convencer a los paganos, fue trasladando esta idea.

En su libro aborda el tema de Jesús como un simple rabino, no como el Hijo de Dios y de María la Virgen.

Yo sólo trato el tema ético, porque en cuestiones de fe cada uno tiene su verdad. No existe una verdad absoluta científica sobre si fue el Mesías o no. Los teólogos alemanes están discutiendo si tuvo autoconciencia o no… Pero mi libro, al llegar a ese límite, se para. Como judío, yo puedo acercarme sólo a que Jesús fue un rabino y un profeta. También entro en las parábolas del Reino, que son casi mesianología obligada. Es decir, cómo un judío del siglo I entendía lo que es el Reino de Dios. Y es tan complejo el tema, que ningún cristiano de a pie, es más, ni de la jerarquía, ni tampoco del ámbito de la Teología, puede descifrar conceptualmente qué es el Reino. Te dirían que es un reino espiritual, para lavarse las manos del problema de si los primeros seguidores vieron a Jesús como un Mesías nacional. Pues, en ese caso, habría que formular al grupo de Jesús con tendencias políticas. De hecho, la única pregunta que le hacen a Jesús después de resucitado, en los Hechos de los Apóstoles, es: ¿Cuándo restaurarás el reino de Israel? Es decir, sus primeros seguidores no le dicen “¿Cuándo vas a crear un mundo de paz y amor?”. Y a oídos de Roma, “¿Cuándo restaurarás el reino de Israel?”, es una rebelión político-militar contra el imperio.

Un Mesías revolucionario.

Para el mundo judío del siglo I, Mesías es revolución. De ahí se puede entender por qué lo matan en la cruz. En cambio, para Pablo, se sacrifica por los pecados del mundo. Pero esto es una concepción post-pascual, post-Jesús. Así que si nadie define el Reino desde el punto de vista material, sólo desde el espiritual, tenemos un problema en la teología tanto judía como cristiana, que es saber a qué se refería Jesús al hablar del Reino.

¿Quién mata a Jesús?

Los romanos, con la alianza de la élite judío-saducea del templo de Jerusalén. Con los colaboracionistas de Roma. Judíos corruptos.

Sé que en tu libro no entras en cuestiones históricas, pero no me resisto a preguntarte. ¿Existió realmente Jesús? ¿Hay pruebas de su existencia real?

Yo te diría que sí. Estoy convencido 100%, después de haber estudiado tanto a Jesús. Porque si su ética ya preexistía, es obvio que Jesús conocía las tradiciones anteriores. Si se llamaba así o de otra manera, es secundario. Pero lo que sí es seguro es que sus enseñanzas son claramente de un rabino del siglo I. Y por ahí es por donde se puede ver su historicidad, desde sus discusiones, propias de un rabino que conocía la teología de la época. Decir que Jesús no existió es ridículo. Un rabino como él tuvo que haber existido, se llamase como se llamara. Porque todas sus enseñanzas están enganchadas con la época.

¿Historiográficamente no existe nada?

Si se plantea la historicidad de Jesús, entramos en un problema más gordo: el de la historicidad de la Biblia entera. ¿Qué prueba tenemos de que existió Moisés, o David, o Pablo? Ninguna. ¿Necesitamos fuentes paralelas para saber que la Biblia es real? En ese caso, tenemos los rollos del Mar Muerto, que nos dan una perspectiva de una historicidad manifiesta de ciertos personajes.

¿Está probado que Jesús estuvo conectado con el mundo esenio?

Estoy convencido de que tuvo que tener contacto. Por sus enseñanzas, que conectan directamente con los esenios. Por ejemplo, el encuentro con el joven rico que quiere ser perfecto, al que dice que entregue todos sus bienes a los pobres. Esto lo pedían los esenios. Los fariseos solo exigían el diezmo, que los judíos siguen exigiendo hoy, que pasó a la Iglesia y también al mundo protestante. Además, los esenios eran apocalípticos inminentes, decían “viene la redención”. Y Jesús dijo que el Reino estaba cada vez más cerca. Los fariseos no tenían esa idea de que el Reino estaba tan presente.
Y la tercera prueba que lo conecta con los esenios es Juan el Bautista, su propio primo. Y él, indudablemente, era esenio, pues existe un paralelismo entre los alimentos que el Nuevo Testamento dice que comía Juan el Bautista y los alimentos que dicen los rollos del Mar Muerto que comían los esenios.
Por tanto, hay conexión entre Jesús y los movimientos esenios. Aunque no les sigue, por ejemplo, en la postura de meterse en una cueva a orar a Dios, sino que, por el contrario, sale a campo político, a predicar. Y no en el Mar Muerto, sino en Galilea. Así que el
área de acción de Juan y de los esenios es diferente de la de Jesús.


¿Cómo definiría, pues, a Jesús?

Si tuviera que definirlo diría que Jesús es un fariseo, pues lo llaman “rabí”, como llamaban a los maestros fariseos, y además cree en la resurrección.

¿Y por qué discute tanto con los fariseos?

Porque en general se discute siempre con la familia, con los más cercanos. Entre los fariseos el gran debate era cómo interpretar mejor la Torá. Querían llegar al núcleo, y cuanto más discutieran, más se acercarían. En cambio, en la cristología del siglo II se desmonta toda la historia para el debate del libre pensamiento judío del siglo I, y se dice que los fariseos fueron los enemigos de Jesús que prácticamente lo llevaron a la muerte. Pero esto no tiene sentido, porque los fariseos no tenían poder ni ante Roma ni ante el sanedrín. Está claro que Jesús estaba fundando una escuela farisea diferente a las demás, pero muchos fariseos lo apoyaban.

¿Cómo ve en este momento la relación del Vaticano, Benedicto XVI, con el rabino Neusner? ¿Qué opina de la eventual beatificación de Pío XII?

En primer lugar, el eje central es Juan XXIII. Con él se produce en la Iglesia un cambio radical con respecto al tema judío. Aunque lo que él aprobó en el Concilio Vaticano II no ha llegado todavía a España. En cambio, en Roma sí hay un espíritu mucho más abierto al diálogo, más liberal. Juan pablo II indudablemente también dio muchísima fuerza al diálogo.

Su visita a Israel, su rezo ante el muro…

Y el reconocimiento del holocausto judío en Europa. Sí, Juan pablo II avanzó mucho en este sentido, aunque yo entiendo que para muchos católicos fuera un Papa conservador internamente. Pero en diálogo interreligioso avanzó muchísimo. Como dices, incluso pidió perdón ante el Muro de los Lamentos por los errores de la Iglesia: Inqusición, cruzadas…Esto fue un acercamiento muy grande.
Del lado judío el acercamiento se complica puesto que no tenemos jerarquías. Pero sí que hay cada vez más autores judíos como yo, que nos acercamos a la figura de Jesús y al cristianismo primitivo. Y ese acercamiento intelectual es también apertura al diálogo.

¿Cómo se siente un sefardí en España? ¿Es España antisemita?

Hay problemas, resquemores, muchos siglos de incomprensión. Esto no se termina de un día para otro. La imagen en España del judío usurero, del judío que tiene dos cuernos y un rabo, que sólo sigue en España, por otra parte. Y esta imagen, que no se tiene, por ejemplo, en Italia, hay que combatirla. Es una especificidad antijudía de España, que muchas veces se hace por inercia, sin intención.

¿Es un tópico?

Sí. Por ejemplo, muchas personas dicen “judiada” en su vocabulario. Y seguramente no lo hagan adrede, porque hay siglos tras este tópico. A lo que se añade la falta de existencia física de judíos en España, pues tras la expulsión de 1492 y hasta el siglo XX, los judíos no volvimos a mostrarnos libremente en España. Francia, Alemania… hasta la propia Roma, con su papado, tuvo judíos durante toda su historia. No fue así en España.

¿La beatificación de Pío XII puede ser un obstáculo en el acercamiento?

Yo creo que sí, porque no queda clara cuál fue su posición.

¿Interpretáis que, al menos, fue el Papa que guardó silencio?

La problemática es si hubiera podido hacer más o no. Si los nazis lo hubieran matado. Si él no habló para sobrevivir como institución, o si, como dice la Iglesia, hizo mucho, pero por debajo de la mesa.

Desde Roma dicen que no hizo más, porque podía haber represalias más fuertes por parte del Tercer Reich contra los judíos.

Más de lo que pasó ya era prácticamente inimaginable. Además, no me queda clara la posición que tenía él dentro de la Iglesia. La Iglesia es una institución y muchas veces no se sabe bien hasta dónde llega la autonomía del Papa. Y en la Segunda Guerra Mundial todavía hay una Iglesia antisemita dentro de Europa. Hay que ver a Pío XII desde la Iglesia de los años 30, donde quedaban restos del antijudaísmo medieval, donde todavía no existía dialogo.

Tras analizar en profundidad a Jesús como un rabino, ¿le seduce su figura?

Sí, a mi Yoshua me seduce muchísimo. Como judío del siglo I, yo le hubiera seguido. A un cristianismo del siglo II, paganizado, no hubiera entrado, pues mi judaísmo me lo impediría, pero como judío del siglo I me queda muy claro que ese nivel de oratoria, de entrar en la ética de forma directa, me hubiera seducido. Claro que sí.

* * * * *

El judaísmo de Jesús, que se distribuye en España desde el 1 de diciembre en todas las librerías. Puede consultarse también en la pagina web http://www.eljudaismodejesus.com/index.php.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Tienen miedo los obispos a Jesús de Nazaret?

Tras la Nota de censura de la Comisión para la Doctrina de la Fe contra el libro de Pagola Jesús. Aproximación histórica, el obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte, dio el imprimatur a la nueva edición revisada por el propio autor, pero después ha pedido que se paralice su difusión. Me gustaría hacer una reflexión de fondo a partir de la situación creada en torno al polémico libro.

La crisis de las religiones acompaña a la historia de la modernidad europea. Durante varios siglos se ha generalizado la idea de que el avance de las Luces hacía retroceder las tinieblas de las religiones. Aun siendo un juicio que debe ser matizado, hay que reconocer que han sido las propias religiones quienes se han ganado a pulso el descrédito de que vienen siendo objeto y que tienen una responsabilidad no pequeña en la crisis. Me viene a la memoria un chiste del Roto bien expresivo en el que aparecía el Dios de la barba blanca en actitud meditativa diciendo “He decidido darme de baja de todas las religiones”. Hoy, sin embargo, asistimos a cierto despertar de las religiones, que, a decir verdad, no se caracteriza precisamente por la recuperación de su espíritu originario liberador, sino, en muchos casos, por manifestaciones fundamentalistas.

También la crisis de Dios se ha dejado sentir con especial intensidad durante la modernidad, hasta desembocar en las distintas formas de increencia: ateísmo filosófico, científico, cultural, agnosticismo, indiferencia religiosa, etc. La crisis de las iglesias cristianas, que empezó a gestarse a partir del Renacimiento, se está agudizando, al menos en Europa, y amenaza con convertir la pertenencia eclesial en un fenómeno residual, al menos en lo que a práctica religiosa se refiere.

La figura de Jesús de Nazaret, sin embargo, parece salir indemne de todas las crisis. Los críticos de Dios y de la Iglesia siguen reconociéndole autoridad moral en una época de ausencia de referentes éticos. Dos mil años después de su nacimiento, personas de las más variadas procedencias culturales, sociales y religiosas siguen preguntándose por su identidad: ¿Quién es Jesús de Nazaret, el judío que vivió durante el primer tercio del siglo I de la Era Común y dio un giro de 360 grados a la historia humana, y a quien siguen más dos mil millones de creyentes? ¿Por qué sigue atrayendo su vida e interesando su mensaje a tanta gente, más allá de creencias y cosmovisiones?

La crisis de Dios de las religiones y de las iglesias no ha logrado acallar el interés de los investigadores por la figura de Jesús, el fundador del cristianismo, nacido en Nazaret, una pequeña y desconocida aldea de las montañas de la Baja Galilea, a quien Albert Schweitzer, uno de los grandes exegetas del siglo XX, presenta como profeta que anuncia la llegada inminente del reino de Dios como proyecto de transformación de la humanidad, John Dominic Crossan, destacado especialista en el estudio del Jesús histórico, le define como “un campesino judío” y John P. Meier, uno de los más relevantes investigadores bíblicos actuales, le llama “un judío marginal”.

Y un dato todavía más llamativo: el consenso en torno a su persona. De Jesús de Nazaret todo el mundo habla bien: cristianos de las distintas iglesias, creyentes de las más variadas religiones, no creyentes de diferentes ideologías, hasta los más encarnizados enemigos del cristianismo. Federico Nietzsche, crítico acérrimo de la fe cristiana y de sus seguidores, sentía una especial predilección por Jesús, a quien llamaba “buen mensajero”, mientras que calificaba a Pablo de Tarso de “disangelista”.

Al coro de las personas que estudian la persona de Jesús con seriedad y hablan de él con respeto se ha sumado José Antonio Pagola, vicario general de la diócesis de San Sebastián durante cuatro lustros, especialista en Ciencias Bíblicas por el Instituto Bíblico de Roma y la Escuela de Jerusalén y profesor de Sagrada Escritura durante cuatro décadas, en un voluminoso y documentado libro de más de 500 páginas titulado Jesús de Nazaret. Aproximación histórica. La obra ha escandalizado a algunos teólogos católicos españoles y ha sido condenada por la Comisión Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, colocándola del lado de la herejía arriana. ¿Tan distorsionada es la imagen de Jesús que ofrece Pagola para recibir un calificativo así de severo?

La primera respuesta a la condena episcopal es que los guardianes de la ortodoxia han confundido de género la obra de Pagola, pues no se trata de una obra teológica, sino de una investigación histórica sobre Jesús de Nazaret. Y este tipo de estudios no exige sumisión al dogma, ni siquiera fe, sino competencia, rigor y objetividad en los análisis, características que, creo, posee el libro de Pagola, amén de estar escrito desde el seguimiento de Jesús, según propia confesión en las primeras páginas. No puede decirse lo mismo de los obispos firmantes de la Nota condenatoria, al menos a tenor de su contenido, que está en las antípodas de los resultados de las investigaciones más recientes sobre la figura de Jesús de Nazaret, el judaísmo de su tiempo y el cristianismo primitivo. Su juicio está instalado en el dogma, más aún, en las formulaciones dogmáticas literales del pasado sin mediación hermenéutica alguna, lo que les lleva a incurrir en tradicionalismo. No se olvide que el Evangelio es anterior al dogma y que éste debe interpretarse a la luz de aquél, no viceversa, como hacen los jerarcas católicos españoles. En la Nota, los obispos hacen una lectura literalista de los propios evangelios, que puede desembocar fácilmente en fundamentalismo bíblico. Demuestran, además un total desconocimiento de los avances más importantes de las investigaciones históricas en torno al Jesús histórico. En consecuencia, su toma de postura responde, más bien, a un juicio de valor previo y no a un estudio riguroso del libro conforme a los métodos histórico-críticos, aceptados por el propio Magisterio eclesiástico desde hace varias décadas.

Un investigador, nada sospechoso de heterodoxo y respetado por todos los estudiosos del Nuevo Testamento como el ya citado exegeta católico norteamericano John Meier, autor de la voluminosa obra “Un judío marginal. Nueva investigación sobre el Jesús histórico”, uno de los estudios más reputados sobre el tema, explica con claridad meridiana la actitud que adopta en su investigación: la aproximación objetiva a la figura de Jesús, sin implicar en ella su fe. Éstas son sus palabras: “Haré todo lo posible por poner entre paréntesis cuanto sostenga por fe y por examinar solamente lo que se puede demostrar como cierto o probable por la investigación histórica y la argumentación lógica”. Dirigiéndose a los estudiosos no católicos les pide que “le señalen los puntos en los que deje de observar sus propias reglas introduciendo teología católica en la investigación” (Verbo Divino, Estella, 1998, p. 34). Es todo un ejemplo de rigor en los estudios exegéticos, que no se pueden ver condicionados por la fe, y menos domesticados aún por el dogma. El papa Benedicto XVI cita la obra de Meier en la bibliografía de su libro “Jesús de Nazaret”.

Lo mismo piensa John Dominic Crossan, quien, al comienzo de su obra “Jesús. Vida de un campesino judío” defiende la necesidad de distinguir entre teología e investigación histórica, ya que muchas veces se ofrecen como datos históricos lo que no son más que elucubraciones teológicas.

Me resulta difícil entender por qué el libro de Pagola y otros similares pueden sacar de sus casillas a los guardianes de la ortodoxia, cuando lo único que hace es poner al servicio de los lectores –¡cerca de cincuenta mil!- en lenguaje asequible los resultados más fiables y debidamente contrastados de las investigaciones científicas en torno al Jesùs histórico. ¿Tendrán miedo los obispos a Jesús de Nazaret? Y ¿monseñor Uriarte, a qué o a quién tiene miedo? ¿Acaso a la Congregación romana para la Doctrina de la Fe?

Juan José Tamayo

Fuente: Atrio
, 09-Noviembre-2008

lunes, 18 de febrero de 2008

Comunicado de José Antonio Pagola

En estas lineas que siguen, el P. Pagola intenta explicar el sentido de su libro, ante los malentendidos suscitados. Esperemos que la barquilla de la Iglesia no vaya a la deriva y que el Espíritu Santo sea quien lleve el timón.


En los primeros días de este nuevo año de 2008, han aparecido publicados en la página web de la diócesis de Tarazona diversos escritos contra mi libro «Jesús. Aproximación histórica» y contra mi persona. Son cinco firmas diferentes, pero repiten al unísono la misma condena utilizando incluso las mismas frases y expresiones. Como es natural, son muchos los que me preguntan cómo estoy, cómo lo estoy viviendo y qué esta sucediendo. A todos los que, en estos momentos, se interesan por mí y sufren conmigo les quiero decir una palabra de aliento.

1. Lo primero que quiero expresaros es que, en el fondo, todo esto me está haciendo bien. Me purifica, me obliga a agarrarme a Jesús y me está llevando a identificarme un poco más con él. Si acierto a vivirlo desde Jesús, esto puede ser una gracia grande para mí, la gran oportunidad de entregarme totalmente a él y seguirle fielmente hasta donde sea necesario.

2. Estoy tratando de vivir todo este proceso desde dentro. Pocas veces había orado con tanta verdad ciertos salmos. Pocas veces había celebrado la eucaristía tan identificado con ese Jesús «entregado» por los demás. Estoy repitiendo mucho el salmo 86: en estos momentos me parece escrito especialmente para mí. Durante el día, repito esas invocaciones breves que aparecen en los evangelios y que me ayudan a vivir unido a Jesús. «Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero». «Te seguiré adonde vayas». «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». «Padre, si es posible, pase de mí este cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú»… En fin, hago lo que puedo. En Jesús encuentro fuerza y paz. ¿Qué importa que me consideren hereje y arriano? Sólo Dios, ese Dios encarnado en Jesús, conoce lo que hay en mi corazón.

3. Algo que estoy trabajando mucho dentro de mí estos días son los sentimientos hacia quienes me condenan. Estoy escuchando desde dentro las palabras de Jesús a sus seguidores: «No juzguéis a nadie… No condenéis a nadie. Perdonad». Conozco bien los sentimientos de Jesús. Por eso rezo por los que me rechazan. Lo hago con nombres y apellidos. Pienso de verdad que, en el fondo, no saben lo que están haciendo. No quiero dejar entrar en mi corazón reacciones, sospechas, prejuicios o sentimientos que nunca saldrían del corazón de Jesús. Le pido a él que me ayude a poner un poco de luz, de cordura humana y de sensatez evangélica en este tipo de conflictos que, en buena parte, brotan a causa de la profunda crisis que estamos sufriendo todos, sin saber exactamente cómo caminar hacia un futuro más fiel al Evangelio.

4. Quiero vivir todo esto desde una actitud de conversión a Dios. Con ser muy importante, creo que nuestro problema principal no es la precisión teológica en la formulación de la doctrina de la Iglesia. Lo primero es despertar y potenciar nuestra conversión a Dios, siguiendo de cerca los pasos, las actitudes y el espíritu de ese querido Jesús en el que se ha encarnado y revelado. Creo que, alimentando entre nosotros la mutua descalificación y condena, no estamos caminando hacia la conversión que necesitamos en la Iglesia.

5. Naturalmente, estoy sufriendo. Es normal. Sufro, sobre todo, al ver sufrir a las hermanas con las que vivo, a mis seres queridos, a mis amigas y amigos. A veces, no sé que decirles, ni cómo explicarles lo que está sucediendo. A algunos los veo desconcertados y apenados. Se me parte el alma. Pienso también en lo que pueden sufrir pronto el obispo de Tarazona y quienes me condenan, al menos si leen y escuchan lo que se está diciendo contra ellos. ¿Es necesario este tipo de sufrimiento? ¿Es el sufrimiento exigido por nuestra conversión a Jesús? No lo sé. Yo lo quiero vivir tratando de humanizarlo y orientarlo hacia la búsqueda de una Iglesia más fiel al evangelio.

6. Sufro al vivir en estos momentos una experiencia extraña que nunca antes había conocido. Siento que algunos sectores de la Iglesia quieren acallar mi voz y apagarla. Según ellos, hace daño a la Iglesia. Quiero escucharlos sinceramente para ver si me ayudan a ajustar mejor mi mensaje al espíritu del evangelio de Jesús. Por ahora, todo esto no me desalienta sino que me estimula. Jesús me está llevando a amar cada vez más a la Iglesia. Por eso, no me contento con una Iglesia cualquiera. La quiero ver cada día más fiel a Jesús, más llena de su Espíritu. Por eso, seguiré empeñado en esta tarea, escuchando a quienes me ayuden a vivir de manera más evangélica y aportando, por mi parte, mi pequeño «grano de mostaza». Por fin, Jesús me está dando fuerzas para amar más a la Iglesia que a mi propia tranquilidad, mi imagen o mi prestigio personal.

7. Mientras tanto, estos días voy preparando mi espíritu para responder a tanto ataque y condena. Quiero encontrar el tono evangélico adecuado y palabras buenas, claras, constructivas y esperanzadoras. Lo importante para mí no es defender mi libro. Es fruto muy querido de muchos años de reflexión y meditación, pero no deja de ser una aportación modesta dentro de la ingente tarea de conversión que le espera a la Iglesia en los próximos años, si quiere sobrevivir entre nosotros. Lo que busco es que no seamos los teólogos ni los obispos los que cerremos a la gente sencilla las puertas para encontrarse con Jesucristo, el único que puede salvar a nuestra Iglesia. Me esforzaré por mostrar mi verdad humana, cristiana y teológica con mi vida, más que con mis escritos.

José Antonio Pagola

Fiesta de la Epifanía del Señor.


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