Silenciosa, pero constantemente. Según el vaticanista Sandro Magister, los jóvenes están volviendo a los confesionarios. La última señal llega desde Loreto, en Italia, donde hace unos días el Papa Benedicto XVI mantuvo un encuentro con los jóvenes. Allí se repitió la escena del Circo Máximo romano en el año Jubilar de 2000: la afluencia masiva al sacramento de la confesión por parte de miles de jóvenes.
En los días previos a la llegada del Papa, la abadía de Fiastra se convirtió en un inmenso "confesódromo". Poco antes de recibir a Benedicto XVI, 350 sacerdotes se distribuyeron por la explanada del santuario y 12.000 jóvenes recibieron el sacramento del perdón en una jornada maratoniana: desde las dos de la tarde hasta la siete de la mañana. Toda una noche en vela, en espera de perdón.
Como ya se pudo comprobar en las pasadas jornadas mundiales de la juventud de Roma y de Colonia, los jóvenes esperan en colas infinitas para recibir el sacramento de la penitencia. Confesionarios improvisados, carpas, abadías del camino convertidas en inmensos recintos del perdón santuarios enteros repletos de sacerdotes absolviendo simultáneamente, miles de penitencias durante las peregrinaciones. Los sacerdotes son asediados sin descanso por jóvenes en espera de consejo, reconciliación y perdón.
Tres días confesando
En el año 2000, en Roma, durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), se confesaron en el Circo Máximo –inmenso estadio de la Roma pagana–, más de 120.000 jóvenes en tres días. Desde entonces, estas Jornadas han tomado la costumbre de convertir los santuarios y lugares donde se celebran en grandes confesionarios al aire libre. Pero las JMJ no son el único momento para esta práctica: la costumbre se ha convertido en una tendencia no sólo duradera, sino en expansión, especialmente en santuarios y grandes peregrinaciones.
Es cierto que, en porcentaje, la cuota de los jóvenes católicos que se confiesan sigue siendo reducida: en Loreto no llegaba al 5 por ciento de los presentes. Sin embargo, lejos de ser una práctica en desuso, los jóvenes están volviendo a este sacramento, lo eligen libremente y lo practican abiertamente, invirtiendo una tendencia que preconizaba su casi total desaparición.
En los días previos a la llegada del Papa, la abadía de Fiastra se convirtió en un inmenso "confesódromo". Poco antes de recibir a Benedicto XVI, 350 sacerdotes se distribuyeron por la explanada del santuario y 12.000 jóvenes recibieron el sacramento del perdón en una jornada maratoniana: desde las dos de la tarde hasta la siete de la mañana. Toda una noche en vela, en espera de perdón.
Como ya se pudo comprobar en las pasadas jornadas mundiales de la juventud de Roma y de Colonia, los jóvenes esperan en colas infinitas para recibir el sacramento de la penitencia. Confesionarios improvisados, carpas, abadías del camino convertidas en inmensos recintos del perdón santuarios enteros repletos de sacerdotes absolviendo simultáneamente, miles de penitencias durante las peregrinaciones. Los sacerdotes son asediados sin descanso por jóvenes en espera de consejo, reconciliación y perdón.
Tres días confesando
En el año 2000, en Roma, durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), se confesaron en el Circo Máximo –inmenso estadio de la Roma pagana–, más de 120.000 jóvenes en tres días. Desde entonces, estas Jornadas han tomado la costumbre de convertir los santuarios y lugares donde se celebran en grandes confesionarios al aire libre. Pero las JMJ no son el único momento para esta práctica: la costumbre se ha convertido en una tendencia no sólo duradera, sino en expansión, especialmente en santuarios y grandes peregrinaciones.
Es cierto que, en porcentaje, la cuota de los jóvenes católicos que se confiesan sigue siendo reducida: en Loreto no llegaba al 5 por ciento de los presentes. Sin embargo, lejos de ser una práctica en desuso, los jóvenes están volviendo a este sacramento, lo eligen libremente y lo practican abiertamente, invirtiendo una tendencia que preconizaba su casi total desaparición.
Formar buenos confesores.
Benedicto XVI ha alentado a la vuelta del sacramento del perdón. Del mismo modo en que ya lo hiciera Juan Pablo II, él mismo confiesa con cierta frecuencia en a basílica de San Pedro. Este regreso a la confesión está produciendo también cambios en los seminarios, donde ha vuelto la preparación y formación de buenos confesores para que estén al día de los problemas actuales y sepan resolverlos.
Con el regreso al estudio de "casos de conciencia" –que, desde hace décadas, habían dejado de ser materia de estudio en los seminarios– se ha reforzado, además, la tendencia del auge del sacramento de la reconciliación. Así, en Italia, los seminarios ya cuentan con un nuevo manual que es utilizado junto a los textos de moral general: el pasado verano, la editorial Ares publicóun libro del teólogo y moralista Lino Ciccone titulado "El inconfesable y el inconfesado: casos y soluciones de 30 problemas de conciencia". En él se ofrecen posibles soluciones a frecuentes problemas de conciencia como pueden ser el aborto, la práctica homosexual, el divorcio o la corrupción financiera. Todo para que la preparación práctica de los futuros sacerdotes y de los actuales confesores sea la mejor.
19.09.07 La Razón
Cómo confesase bien: Guía sencilla (on line) para preparar el Sacramento de la Penitencia
AA..VV.
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