SALAMANCA, martes, 6 noviembre 2007 ( ZENIT.org).- La editorial Ciudad Nueva ha editado un nuevo libro bajo el título «La Iglesia, Israel y las demás religiones» que recoge cuatro escritos del entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, sobre el diálogo interreligioso.
Zenit ha entrevistado al profesor Leonardo Rodríguez Duplá (Madrid, 1963), catedrático de ética y filosofía política en la Universidad Pontificia de Salamanca, de cuya facultad ha sido decano durante seis años y autor de la presentación del libro.
El profesor Rodríguez Duplá, que estudió filosofía en Madrid, Salzburgo y Munich, afirma que la manera de entender el diálogo del entonces cardenal Ratzinger «se caracteriza por la disponibilidad a aprender de los otros».
--¿Cuál es la visión del entonces cardenal Ratzinger sobre el diálogo interreligioso?
--Rodríguez Duplá: Desde los años del Concilio Vaticano II la Iglesia ha animado constantemente a la práctica del diálogo con creyentes de otras religiones, y en particular al diálogo con la fe de Israel.
El teólogo Joseph Ratzinger no ha sido ajeno a esta sensibilidad eclesial. En escritos publicados a los largo de varias décadas de actividad teológica y pastoral ha dado muestras de un constante interés por el diálogo interreligioso.
Su manera de entender este diálogo se caracteriza por la disponibilidad a aprender de los otros.
No se debe excluir de antemano que las grandes tradiciones religiosas no cristianas contengan elementos importantes de la verdad que salva, elementos que, incorporados al caudal de la religión cristiana, contribuirán a purificar nuestra fe.
Para identificar esos elementos valiosos es preciso conocer las otras religiones, lo cual implica el esfuerzo, ciertamente de arduo, de entenderlas «desde dentro», sin imponerles un molde universal y abstracto.
Por otra parte, esta disposición a aprender de los demás no comporta renuncia a la pretensión de verdad por parte del cristianismo, ni tampoco renuncia a su vocación misionera.
--¿Ha cambiado esta perspectiva, desde que es Papa?
--Rodríguez Duplá: La posición del Papa no ha variado en los últimos años. Su reciente libro «Jesús de Nazaret» es, entre otras muchas cosas, una continuación de su diálogo constante con el mundo judío, de manera muy especial en las páginas en las que discute la interpretación del sermón de la montaña propuesta por el rabino Jacob Neusner.
Ese interés por el entendimiento entre judíos y cristianos tiene una de sus raíces en la unidad profunda del Antiguo y el Nuevo Testamento, que es sin duda otra de las claves del libro.
Por otra parte, en su discurso de Ratisbona el Papa volvió a insistir en la ilegitimidad del adoctrinamiento violento, defendiendo en cambio la persuasión por el «logos» como único camino adecuado para el proselitismo.
--En el libro Ratzinger está convencido de que el contacto con las tradiciones religiosas, especialmente asiáticas, pueden ayudar al cristianismo a reavivar su dimensión mística. ¿Por qué?
--Rodríguez Duplá: En este libro Ratzinger trabaja con la distinción entre religiones teístas, orientadas a la trascendencia, y religiones místicas, vertidas a la interioridad del sujeto. A este segundo tipo pertenecen las grandes religiones asiáticas.
Estas religiones no reconocen a lo divino carácter personal, ni conciben el mundo como creación; aquí la experiencia de fe fundamental es de naturaleza mística, y se alcanza mediante el recogimiento interior que lleva al sujeto a sumirse en la profundidad muda del ser.
Esta vía de la interioridad desemboca en una teología estrictamente apofática [negativa, ndr.], que renuncia a toda definición dogmática y a toda estructura institucional. Las diferencias con el cristianismo son, desde luego, muy patentes.
Sin embargo, Ratzinger defiende que el contacto con estas tradiciones aparentemente tan distantes puede ser enriquecedor para el cristianismo en la medida en que estimule la conciencia de su propia dimensión mística y apofática.
Es de la mayor importancia que no olvidemos que cuanto podamos afirmar de Dios no es sino un pálido reflejo de una realidad que desborda con mucho nuestro pensamiento.
--La figura de Cristo no es un obstáculo insalvable para el diálogo entre Israel y la Iglesia. ¿Cómo lo argumenta, el cardenal Ratzinger en sus escritos?
--Rodríguez Duplá: Es un hecho histórico indiscutible que Cristo ha sido para los cristianos de todas las épocas y latitudes la vía de acceso al universo religioso judío.
Merced a Él, la Biblia de Israel ha llegado a todos los pueblos y el Dios de Israel ha llegado a ser venerado como único Dios verdadero en todos los rincones de la Tierra.
Este hecho sugiere ya por sí solo que las relaciones entre ambas religiones no pueden ser de hostilidad o indiferencia.
Por otra parte, Ratzinger explora en las páginas de este libro con gran finura teológica el sentido de expresiones tales como Nueva Alianza o Ley nueva, mostrando que, cuando son rectamente entendidas, no suponen la derogación de lo precedente, sino más bien su cumplimiento y consumación.
Zenit ha entrevistado al profesor Leonardo Rodríguez Duplá (Madrid, 1963), catedrático de ética y filosofía política en la Universidad Pontificia de Salamanca, de cuya facultad ha sido decano durante seis años y autor de la presentación del libro.
El profesor Rodríguez Duplá, que estudió filosofía en Madrid, Salzburgo y Munich, afirma que la manera de entender el diálogo del entonces cardenal Ratzinger «se caracteriza por la disponibilidad a aprender de los otros».
--¿Cuál es la visión del entonces cardenal Ratzinger sobre el diálogo interreligioso?
--Rodríguez Duplá: Desde los años del Concilio Vaticano II la Iglesia ha animado constantemente a la práctica del diálogo con creyentes de otras religiones, y en particular al diálogo con la fe de Israel.
El teólogo Joseph Ratzinger no ha sido ajeno a esta sensibilidad eclesial. En escritos publicados a los largo de varias décadas de actividad teológica y pastoral ha dado muestras de un constante interés por el diálogo interreligioso.
Su manera de entender este diálogo se caracteriza por la disponibilidad a aprender de los otros.
No se debe excluir de antemano que las grandes tradiciones religiosas no cristianas contengan elementos importantes de la verdad que salva, elementos que, incorporados al caudal de la religión cristiana, contribuirán a purificar nuestra fe.
Para identificar esos elementos valiosos es preciso conocer las otras religiones, lo cual implica el esfuerzo, ciertamente de arduo, de entenderlas «desde dentro», sin imponerles un molde universal y abstracto.
Por otra parte, esta disposición a aprender de los demás no comporta renuncia a la pretensión de verdad por parte del cristianismo, ni tampoco renuncia a su vocación misionera.
--¿Ha cambiado esta perspectiva, desde que es Papa?
--Rodríguez Duplá: La posición del Papa no ha variado en los últimos años. Su reciente libro «Jesús de Nazaret» es, entre otras muchas cosas, una continuación de su diálogo constante con el mundo judío, de manera muy especial en las páginas en las que discute la interpretación del sermón de la montaña propuesta por el rabino Jacob Neusner.
Ese interés por el entendimiento entre judíos y cristianos tiene una de sus raíces en la unidad profunda del Antiguo y el Nuevo Testamento, que es sin duda otra de las claves del libro.
Por otra parte, en su discurso de Ratisbona el Papa volvió a insistir en la ilegitimidad del adoctrinamiento violento, defendiendo en cambio la persuasión por el «logos» como único camino adecuado para el proselitismo.
--En el libro Ratzinger está convencido de que el contacto con las tradiciones religiosas, especialmente asiáticas, pueden ayudar al cristianismo a reavivar su dimensión mística. ¿Por qué?
--Rodríguez Duplá: En este libro Ratzinger trabaja con la distinción entre religiones teístas, orientadas a la trascendencia, y religiones místicas, vertidas a la interioridad del sujeto. A este segundo tipo pertenecen las grandes religiones asiáticas.
Estas religiones no reconocen a lo divino carácter personal, ni conciben el mundo como creación; aquí la experiencia de fe fundamental es de naturaleza mística, y se alcanza mediante el recogimiento interior que lleva al sujeto a sumirse en la profundidad muda del ser.
Esta vía de la interioridad desemboca en una teología estrictamente apofática [negativa, ndr.], que renuncia a toda definición dogmática y a toda estructura institucional. Las diferencias con el cristianismo son, desde luego, muy patentes.
Sin embargo, Ratzinger defiende que el contacto con estas tradiciones aparentemente tan distantes puede ser enriquecedor para el cristianismo en la medida en que estimule la conciencia de su propia dimensión mística y apofática.
Es de la mayor importancia que no olvidemos que cuanto podamos afirmar de Dios no es sino un pálido reflejo de una realidad que desborda con mucho nuestro pensamiento.
--La figura de Cristo no es un obstáculo insalvable para el diálogo entre Israel y la Iglesia. ¿Cómo lo argumenta, el cardenal Ratzinger en sus escritos?
--Rodríguez Duplá: Es un hecho histórico indiscutible que Cristo ha sido para los cristianos de todas las épocas y latitudes la vía de acceso al universo religioso judío.
Merced a Él, la Biblia de Israel ha llegado a todos los pueblos y el Dios de Israel ha llegado a ser venerado como único Dios verdadero en todos los rincones de la Tierra.
Este hecho sugiere ya por sí solo que las relaciones entre ambas religiones no pueden ser de hostilidad o indiferencia.
Por otra parte, Ratzinger explora en las páginas de este libro con gran finura teológica el sentido de expresiones tales como Nueva Alianza o Ley nueva, mostrando que, cuando son rectamente entendidas, no suponen la derogación de lo precedente, sino más bien su cumplimiento y consumación.
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