- He escrito esta columna desde la práctica pastoral, principalmente en el Japón, de algunos “desposorios inusitados” de parejas mixtas, internacionales o de emigrantes. Espero pueda ayudar en el acompañamiento de algunas parejas y que no se asusten los canonistas.
Dicho esto, como prólogo antropológico, vamos al grano de este post de tema pastoral.
La práctica pastoral (sobre todo, en situaciones de pluralidad, secularidad, migraciones, etc….) nos hace aprender obviamente lo que no se nos hubiera ocurrido al limitarnos a los manuales tradicionales de clase de teología moral, derecho canónico o pastoral. Por experiencia se comprueba el resultado positivo de acompañar pastoralmente a las parejas desde los primeros pasos de su convivencia de hecho estable hasta la formalización del matrimonio canónico, pasando por la ceremonia de esponsales. Son parejas que, como creyentes, desean ver bendecida su unión, aunque las circunstancias (desde la adquisición del piso hasta la consolidación del empleo, pasando por diversas situaciones familiares, laborales, académicas, etc.) no aconsejen la oportunidad de formalizar su unión.
Se puede usar en esos casos la ceremonia prevista para la misa de esponsales (en lenguaje tradicional, hoy casi en desuso, se hablaba de “petición de mano” y “toma de dichos” en los desposorios antes de la boda). La pareja lee su compromiso y lo deposita sobre el altar en el ofertorio. Tras la comunión reciben la bendición sobre el comienzo del proceso de su unión que culminará más tarde (a veces, meses después) en la celebración del matrimonio canónico. (Lo he hecho así, comprobando prácticamente los frutos y buenos resultados).
Esta práctica tiene la ventaja de que no se requiere ningún trámite burocrático, ni parroquial ni civil. Se trata de una bendición prevista litúrgicamente. La manera de llevarse a cabo la convivencia de hecho no es asunto en el que deba entrometerse quien acompaña pastoralmente respetando las decisiones en conciencia de los “cónyuges in via”. Esta práctica pastoral presupone, eso sí, algo mucho más importante:
- 1. Una teología del matrimonio como proceso, que distingue entre una ceremonia de boda, que dura una hora, y la comunión de vida y amor, que tarda años en completarse.
2. Una revisión de la moral tradicional sobre la sexualidad, que la haya superado en una moral de las relaciones, centrada en el criterio del mutuo respeto y la ayuda mutua para crecer humanamente.
Naturalmente, cuando lean esta noticia quienes estén bajo el condicionamiento estricto de las normativas canónicas, presentarán objeciones. Pero la teología moral debe ir más allá del derecho canónico; la pastoral, más allá de la teología moral; y la praxis basada en el evangelio de Jesús y el sentido común deberían facilitarnos la audacia para cambiar e innovar sin miedo.
El caso de estas parejas que, por ser creyentes, desean ver bendecida su unión, merece comprenderse y atenderse pastoralmente con flexibilidad. Son, por otra parte, una minoría, comparadas con el número de quienes, aun sin haber abandonado sus creencias, prescinden por completo de las normativas de una iglesia cuyas posturas timoratas, negativas y condenatorias les han hecho alejarse de ella.
Si no lo hacemos así, por miedo a lo que se diga desde Roma, llegaremos tarde, como en tantas otras ocasiones. Desde esa preocupación pastoral por no abandonar al pueblo creyente he redactado esta información.
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