Publicamos este artículo que nos ha llamado fuertemente la atención. Vemos muy positivamente el valor de este periodista recibiendo el bautismo de manera pública y haciéndolo público, aun sabiendo a lo que se expone. Nos unimos a su alegría pascual fraternalmente y nos congratulamos por su encuentro con Cristo.
También encuentro positiva su alusión a la "renuncia" a evangelizar al mundo musulmán por parte de los cristianos. Si tenemos en cuenta que evangelizar no es un acto que prescinda de la libertad de consciencia, sino que la afirma, precisamente por el anuncio de la Buena Nueva. Jamás un anuncio supone la coacción a la libertad del oyente. Si la Evangelización cayera en el proselitismo más o menos enmascarado, ya no sería evangelización y haría un mal servicio a la verdad y la caridad de la Revelación cristiana.
Igualmente es digna de apoyarse la necesidad de que los cristianos conversos del Islam no hayan de vivir su elección en las catacumbas, repudiados de su familia y sus amigos, sujetos a posibles represalías, tanto en países de mayoría musulmana como cristiana. Necesitamos despertar a la necesidad de presionar socialmente para que las instituciones pertinentes admitan y declaren claramente la libertad de consciencia en las elecciones religiosas y espirituales y emprender acciones encaminadas a ello. Ya que nos interroga profundamente el hecho de que, el exponer su conversión de esta manera puede resultar para muchos musulmanes como una exhibición provocativa que no está cortada por el mismo patrón de las insistentes declaraciones cristianas sobre la necesidad de unir esfuerzos por la paz y la convivencia entre las religiones.
Por otra parte, nos interrogamos igualmente sobre la pertinencia de esta declaración pública. Esta publicación podría tener consecuencias negativas ya que podría interpretarse por parte de muchos musulmanes como una exhibición provocativa de los cristianos. .No es que queramos ignorar las múltiples acciones violentas del mundo musulmán contra la libertad religiosa, sino que, precisamente por ello, los cristianos debemos ser profundamente cuidadosos en ser coherentes con la caridad cristiana que proclamamos y postular las mejores virtudes musulmanas para neutralizar las desviaciones y violencias que sufren las sociedades musulmanas, aunque, bien lo sabemos, no solo ellas, sino también las sociedades que ellos consideran cristianas, es decir, el mundo occidental.
La no violencia evangélica es un delicado equilibrio en que la verdad y la caridad jamás se excluyen mútuamente. Un equilibrio a veces muy difícil de conseguir, pero que siempre debemos intentar. Y a partir de esta reflexión previa os pedimos que leáis este artículo.
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Querido Director:
Lo que voy a contarte se refiere a una elección mía, de fe religiosa y de vida personal, que no quiere de ninguna manera involucrar al Corriere della Sera, del cual me honro de formar parte desde 2003, como uno de sus Vice directores. Te escribo, por tanto, como protagonista del hecho, como ciudadano privado.
Ayer de noche me he convertido a la religión cristiana católica, renunciando a mi anterior fe islámica. De esta manera, finalmente ha visto la luz, por gracia divina, el fruto sano y maduro de una larga gestación vivida en el sufrimiento y en la alegría, entre la profunda e íntima reflexión, y su consciente y manifiesta exteriorización. Estoy especialmente agradecido a Su Santidad el Papa Benedicto XVI, que me ha conferido los sacramentos de la iniciación cristiana, Bautismo, Confirmación y Eucaristía, en la Basílica de San Pedro, en el transcurso de la solemne celebración de la Vigilia Pascual. Y he asumido el nombre cristiano más sencillo y explícito: "Cristiano".
Desde ayer me llamo "Magdi Cristiano Allam".
Para mí ha sido el día más hermoso de mi vida. Conseguir el don de la fe cristiana el día de la Resurrección de Cristo, de manos del Santo Padre es, para un creyente, un privilegio inigualable y un bien inestimable. Teniendo casi 56 años, es un hecho histórico, excepcional e inolvidable, que señala un cambio radical y definitivo respecto al pasado. El milagro de la resurrección de Cristo ha reverberado en mi alma, librándola de las tinieblas de una predicación donde el odio y la intolerancia con los "diferentes", condenados acríticamente como "enemigos", prevalecen sobre el amor y el respeto del "prójimo" que es siempre y en todas partes "persona". Mi mente se ha liberado del oscurantismo de una ideología que legitima la mentira y la disimulación, la muerte violenta que induce al homicidio y al suicidio, la ciega sumisión y la tiranía, y he podido adherirme a la auténtica religión de la Verdad, de la Vida y de la Libertad. En mi primera Pascua como cristiano, no sólo he descubierto a Jesús, sino que he descubierto por primera vez el verdadero y único Dios, que es Dios de la Fe y de la Razón.
Mi conversión al catolicismo es el punto de llegada de una gradual y profunda meditación interior, de la cual no habría podido sustraerme, puesto que desde hace cinco años estoy obligado a llevar una vida blindada, con vigilancia fija de mi casa y escolta de policías permanente, a causa de las amenazas y de las condenas a muerte de los extremistas y de los terroristas islámicos, tanto de los que residen en Italia como de otros del exterior. He tenido que preguntarme sobre la actitud de quienes han emitido públicamente las fatwe (declaración por la que cualquiera puede matarlo) de los responsables jurídicos islámicos, denunciándome a mí, que era musulmán, como "enemigo del Islam", "hipócrita cristiano copto que finge ser musulmán para dañar al Islam", "mentiroso y difamador del Islam", legitimando así mi condena a muerte. Me he preguntado cómo es posible que alguien como yo, que ha luchado con convicción y hasta el cansancio por un "Islam moderado", asumiendo la responsabilidad de exponerse en primera persona a las denuncias del extremismo y del terrorismo islámico, haya terminado por ser condenado a muerte en nombre del Islam, basándose en una legitimación del Corán.
Por esto he llegado a comprender que, más allá de la contingencia de los fenómenos extremistas y del terrorismo islámico a nivel mundial, la raíz del mal está inscrita en un Islam que es fisiológicamente violento e históricamente conflictivo.
Paralelamente, la Providencia me ha hecho encontrar personas católicas practicantes de buena voluntad que, en virtud de su testimonio y de su amistad, han llegado a ser un punto de referencia en el plano de la certeza de la verdad y de la solidez de los valores.Me refiero en primer lugar a muchos amigos de Comunión y Liberación, con don Julián Carrón a la cabeza. A religiosos como don Gabriel Mangiarotti, Sor Maria Gloria Riva, don Carlo Maurizi y al Padre Yohannis Lahzi Gaid; al descubrimiento de los salesianos, gracias a don Angelo Tengattini y a don Maurizio Verlezza, que culminó en la amistad con el Rector Mayor, don Pascual Chávez Villanueva, y hasta el abrazo con altos prelados de gran humanidad, como el cardenal Tarcisio Bertone, monseñor Luigi Negri, Giancarlo Vecerrica, Gino Romanazzi y, sobre todo, don Bruno Fisichella, que me ha seguido en mi trayectoria espiritual de aceptación de la fe cristiana. Pero, sin duda, el encuentro más extraordinario y significativo en mi decisión de convertirme ha sido el del Papa Benedicto XVI, al que he admirado y defendido como musulmán por su maestría al señalar el ligamen indisoluble entre la fe y la razón, como fundamento de la auténtica religión y de la civilización humana, y al cual adhiero plenamente como cristiano para llenarme de nueva luz en el cumplimiento de la misión que Dios me ha reservado.
Querido Director, me has preguntado si no temo por mi vida, sabiendo que la conversión al cristianismo me acarreará una enésima y muy grave condena a muerte por apostasía. Tienes toda la razón. Sé bien a lo que me expongo, pero me enfrento a ello con la cabeza alta, con la espalda derecha y con la solidez interior del que tiene la certeza de la propia fe. Y lo haré aún más después del gesto histórico y valeroso del Papa, quien desde que conoció mi deseo, enseguida aceptó administrarme él mismo los sacramentos de la iniciación cristiana. Su Santidad ha lanzado un mensaje explícito y revolucionario a una Iglesia que hasta ahora ha sido demasiado prudente en la conversión de los musulmanes, absteniéndose de hacer proselitismo en los países de mayoría islámica y callando sobre la realidad de los convertidos en los países cristianos. Por miedo. Por el miedo de no poder ayudar a los convertidos, condenados a muerte por apostasía, y por el miedo de las represalias que podrían tener los cristianos que viven en los países islámicos. Benedicto XVI, con su testimonio, está diciendo que es necesario vencer el miedo y no tener ningún temor de afirmar la verdad sobre Jesús, también a los musulmanes.
Por mi parte, yo digo que ya es hora de poner fin a la arbitrariedad y a la violencia de los musulmanes que no respetan la libertad de elección religiosa. En Italia hay millares de convertidos al Islam que viven serenamente su nueva fe. Pero también hay millares de musulmanes convertidos al cristianismo, que son constreñidos a silenciar su nueva fe por miedo de ser asesinados por los extremistas islámicos que están entre nosotros.
Por una de esas "casualidades" en las que se ve la mano discreta del Señor, mi primer artículo escrito en el Corriere el 3 de setiembre de 2003, se titulaba "Las nuevas catacumbas de los islámicos convertidos". Era una investigación sobre algunos neo-cristianos que denunciaban en Italia su profunda soledad espiritual y humana, debida a la pasividad de las instituciones del estado, que no protegen su seguridad, y al silencio de la propia Iglesia. Por eso espero que del gesto histórico del Papa y de mi testimonio obtengan el convencimiento de que ha llegado el momento de salir de las tinieblas de las catacumbas y de afirmar públicamente su voluntad de ser plenamente ellos mismos. Si aquí, en Italia, en la cuna del catolicismo, en nuestra casa, no estamos en condiciones de garantizar a todos la plena libertad religiosa, ¿cómo podremos ser creíbles cuando denunciamos la violación de esta libertad en otras partes del mundo? Ruego a Dios que esta Pascua especial lleve a la resurrección espiritual del espíritu a todos los fieles en Cristo que hasta ahora han sido dominados por el miedo.
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Artículo publicado por Magdi Cristiano Allam, subdirector del Corriere della Sera, el pasado domingo 23 de marzo de 2008, horas después de recibir su bautismo en la Fe cristiana por Benedicto XVI, durante la Vigilia Pascual. El escrito adopta la forma de una carta dirigida al director del diario.
Traducido por: Fundación Crónica Blanca, de jóvenes periodistas católicos
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1 comentario:
Se puede leer la reacción de un musulmán moderado en http://www.atrio.org/?p=1202#30929
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