Al dar a conocer la carta de Benedicto XVI a los católicos chinos, la Santa Sede ha publicado también una Declaración sobre el carácter del documento.
“La carta –dice– está dirigida a la Iglesia en China y afronta cuestiones eminentemente religiosas, respondiendo a peticiones precisas planteadas desde hace tiempo a la Santa Sede por parte de obispos y sacerdotes chinos. No se trata, por tanto, de un documento político, ni mucho menos quiere ser una acusación contra las autoridades gubernamentales, aunque no puede ignorar las conocidas dificultades que tiene que afrontar diariamente la Iglesia en China”.
“En la carta, Benedicto XVI dice que se muestra plenamente disponible y abierto a un diálogo sereno y constructivo con las autoridades civiles para encontrar una solución a los diferentes problemas que afectan a la comunidad católica y llegar así a la deseada normalización de las relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno de la República Popular China, con la certeza de que los católicos, con la libre profesión de su fe y con un testimonio generoso de vida, contribuyen como buenos ciudadanos al bien del pueblo chino.”
Respuesta del gobierno chino
El gobierno chino ha respondido a la carta de Benedicto XVI asegurando que “China quiere continuar con un sincero y constructivo diálogo con el Vaticano para resolver nuestras diferencias”.
En una declaración oficial del 30 de junio, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Qin Gang, pidió a la Santa Sede romper las relaciones con Taiwán y no interferir en asuntos internos chinos. “La posición de China en la mejoría de las relaciones con el Vaticano se mantiene, es decir, el Vaticano debe romper sus así llamadas relaciones diplomáticas con Taiwán y reconocer a la República Popular China como el único gobierno legítimo que representa a toda China”, explica Qin Gang.
Representantes del Vaticano han explicado en el pasado que no hay problemas de principio para aceptar esta condición. El Gobierno chino, sigue diciendo la declaración, pide también al Vaticano que “nunca interfiera en los asuntos internos de China, ni siquiera en nombre de la religión”.
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