lunes, 25 de febrero de 2008

A un mar de distancia


Francisco Carín García

Azul océano, brisa, y una luz saturada que invita a contemplar cada esquina. Hasta hace poco, unos 50 años, era una de las pocas culturas que quedaban en el planeta sin contaminar por una cultura dominante (generalmente occidental). La Isla de Lanyu (orquídea en Chino) gracias al interés antropológico del imperio Japonés durante el siglo XIX, había sido mantenida en todo lo posible sin interferencia externa durante los cincuenta años que duro el tiempo de la colonización japonesa; una especie de laboratorio antropológico.

Este año he tenido la oportunidad de compartir con ellos, por segunda vez, parte de mi verano en un campamento para niños y una semana de catequesis en las diversas parroquias de la isla. La mayor parte de sus 2200 habitantes son cristianos, y curiosamente han logrado mantener firme su identidad cultural/ritual pese a su cristianismo. Digo "pese" porque por desgracia la fe cristiana (ya católica ya reformada) ha sido protagonista durante los últimos 500 años del genocidio cultural de numerosos pueblos. So capa de "verdad-fe-civilización", costumbres y ritos tradicionales desaparecieron o bien se vieron fuertemente contaminados por el cristianismo.

En esta isla, ritos ancestrales de transición como nacimiento, muerte, pesca del pez volador, botadura de la barca... o religiosos como la ofrenda anual a Dios (que para ellos no es Padre, sino mas bien abuelo -padre es una relación demasiado inmediata como para ser aplicada a Dios) han logrado mantenerse en su original integridad. La tribu "Yamei" o "Tao" esta emparentada con las tribus del norte de Filipinas (isla de Batan) con quienes comparten lenguaje (similar en un 75-80%) y en principio la cultura; pero mientras en Filipinas la cultura original ha desaparecido casi por completo debido a la colonización española y la consiguiente evangelización, aquí permanece en toda su riqueza.

El gobierno nacionalista chino no tuvo la misma delicadeza que el japonés a la hora de enfrentarse a la idiosincrasia cultural de esta isla, y en vez de intentar mantener su peculiaridad, la colonizó. Se introdujeron arquitecturas y materiales foráneos, policía, ejercito, hoteles, aeropuerto, motos, coches... y lo peor de todo la decepción y la mentira. Engañaron a los nativos y ubicaron en la isla el depósito permanente de los residuos radiactivos de las centrales nucleares de Taiwán; aun hoy el nombre que aparece en la puerta de la finca "Depósito de residuos" es un nombre genérico que diciendo media verdad oculta la triste realidad. Un pueblo cuya única tierra es una isla de unos 45 Km2 recibe como herencia y legado de esto que llamamos civilización un deposito, casi eterno, de muerte y condenación.

Con el mar por medio Aunque son menos de 50 los Km. que separan ambas islas (Taiwán-Lanyu) es realmente un mar de distancia. Los días claros, esto es, en los que el viento sopla del este o sudeste (Océano Pacifico), se pueda ver con toda claridad la espina dorsal de Taiwán, su cordillera central que se eleva hasta los 3952m (Mt. Yushan). Cuando el viento sopla desde otra dirección arrastra la contaminación atmosférica de Taiwán y su contorno se borra hasta desaparecer del horizonte. Triste desarrollo el nuestro.

Es el domingo XIX del tiempo ordinario y concelebro la eucaristía con los hermanos y hermanas de Lantao. La primera lectura habla del maná; el evangelio de no preocuparnos tanto del alimento perecedero... Y comparto con ellos la palabra y el sentir como lo hago ahora con ahora con vosotros... En los doscientos años mas o menos que llevamos de civilización liberal-capitalista-consumista-de mercado hemos logrado llevar la tierra al limite de la habitabilidad, hemos aniquilado miles de especies, hemos agujereado la capa de ozono, alterado la temperatura y el clima, hemos convertido tierra, mar, aire y espacio en vertedero de nuestros residuos, hemos puesto numerosos pueblos al limite de la supervivencia agotando los recursos que pertenecen a todos... y nos hemos cínicamente autodenominado "países desarrollados" otorgándonos el privilegio de dirigir el destino del mundo y obligando a los demás pueblos a someterse si es que quieren salir en la foto. Los aborígenes de Lanyu llevan miles de años viviendo en esta remota y pequeña isla y hasta la llegada de la colonización sino-taiwanesa habían logrado mantener un sano equilibrio entre la demanda y la oferta de los limitados recursos de que disponían.

Su secreto... algo que resulta difícil de entender al hombre blanco (y al amarillo)... su secreto... algo que nosotros pueblos tradicionalmente cristianos proclamamos incesantemente en nuestras iglesias, casas y reuniones pero que vitalmente no creemos...su secreto…nosotros decimos haberlo recibido de Jesús "viva voce". Su secreto...no tomar de la hermana Tierra y el hermano Océano nada que no sea verdadera necesidad... esto es..."el pan nuestro de cada día dánosle hoy". Su ortopraxis resulta ser más veraz que nuestra ortodoxia. En nuestro rezo decimos creer lo que nuestro hacer niega día a día. Ellos en su hacer cotidiano nos demuestran sincera y sencillamente el profundo sentido ecológico y humanizante que surge del tomar y satisfacerse solo con el pan cotidiano. A ellos les ha servido para sobrevivir milenios... sin embargo...¿Cuántos años le quedarán, de seguir así, a esta nuestra civilización-cultura "desarrollada"?

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