martes, 18 de noviembre de 2008

«El diálogo interreligioso es como una peregrinación»

Entrevista con el Cardenal Tauran, presidente del Consejo pontificio para el Diálogo Interreligioso

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 11 febrero 2008

«El diálogo interreligioso es como una peregrinación», afirma en esta entrevista concedida a Zenit el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.El purpurado francés, de 64 años, habla de la visita de representantes de 138 musulmanes (que en realidad son ya 241), autores de una carta dirigida a Benedicto XVI, en cuya respuesta el Papa les propuso un encuentro en Roma.

El cardenal Tauran fue durante muchos años «ministro» de Asuntos Exteriores de Juan Pablo II como secretario vaticano para las relaciones con los Estados.


--El año 2008 se caracterizará, en el marco del diálogo interreligioso, por ser el año europeo del diálogo intercultural. ¿Podría comentar esta iniciativa y el compromiso de la Iglesia en el acontecimiento?

--Cardenal Tauran: Ha pasado un mes y todavía no hemos percibido la amplitud de la iniciativa, pero lo importante, lo que han subrayado los responsables europeos, es que más de una tercera parte de los franceses están cotidianamente en contacto con personas que pertenecen a otra raza, a otra religión y a otra cultura, y están por tanto «condenados», por así decir, a dialogar para conocerse y vivir juntos.

Por tanto, creo que hay muchos esfuerzos que realizar para progresar en este diálogo y personalmente lo que voy a proponer es que se dé quizá una iniciativa común entre el Consejo Pontificio para la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso para ver cómo podemos ayudar a nuestros contemporáneos a progresar en este conocimiento mutuo que es una cuestión de respeto del otro, así como de respeto de las identidades de unos y otros.

--Por lo que se refiere al diálogo interreligioso, como presidente del Consejo Pontificio, ¿cuáles son sus expectativas y esperanzas para este año?

--Cardenal Tauran: Estoy en este cargo desde el mes de septiembre, me considero todavía en un período de noviciado. Por tanto, para mí este año va a ser un año de descubrimiento. Lo que me parece muy interesante, ante todo, es que el diálogo interreligioso no es algo nuevo. Desde el Concilio se ha hecho mucho, se ha recorrido mucho camino.

Por ejemplo, algo que he descubierto y que me parece magnífico es el diálogo interreligioso entre monasterios, entre contemplativos. Monjes y monjas católicos se encuentran con monjes y monjas budistas, por ejemplo, o incluso con representantes del sufismo. Esto es algo que me parece importante, es lo que llamo el «diálogo de las espiritualidades».

Se habla de diálogo de vida, de diálogo teológico, pero el diálogo de las espiritualidades es el diálogo entre personas para quienes la oración es su razón de vida, que hacen profesión monástica de vida radical, ya sea en el mundo cristiano, ya sea en la tradición asiática o en el islam. Creo que hace falta profundizar en este diálogo entre las espiritualidades. De hecho, cuando el hombre reza es más grande. Por tanto, tratemos de salir a su encuentro cuando se encuentra en la cumbre de su dignidad.

--El diálogo con los musulmanes parece avanzar con la venida de emisarios musulmanes al Vaticano para preparar ulteriormente un encuentro de mayores dimensiones. Pero siguen dándose divergencias sobre los argumentos que hay que afrontar. ¿Cuáles son, desde su punto de vista, las prioridades y los puntos más fecundos en discusión?

--Cardenal Tauran: Está claro que no puedo saber con antelación lo que traerán en su mente nuestros amigos musulmanes cuando vengan aquí para dialogar con nosotros, pero creo que podremos compartir convicciones comunes: por ejemplo, la adoración del único Dios, el carácter sagrado de la vida humana, la dignidad de la familia, la preocupación por la educación y la juventud. Obviamente habrá que discutir sobre otros problemas, por ejemplo, la interpretación de los derechos del hombre tal y como los definen las convenciones internacionales, o el principio de reciprocidad que es muy importante en el contexto de la libertad religiosa. Creo que son problemas de los que podremos hablar.

--Buena parte de su ministerio lo ha desarrollado al servicio de la diplomacia vaticana. ¿Cómo le ayuda hoy esa experiencia?

--Cardenal Tauran: Me es de ayuda en la medida en que la diplomacia se basa en el diálogo, en la escucha del otro: saber escuchar, saber percibir los detalles, y a continuación exponer su punto de vista en toda su verdad. Contrariamente a lo que se piensa, la diplomacia no es ni mucho menos mentira o ambigüedad. Por el contrario, es buscar la verdad de manera que la negociación pueda lograrse sin que detrás se den segundas intenciones.

Ahora bien, creo que hay que distinguir entre diálogo interreligioso y diálogo diplomático, pues el diálogo interreligioso no es sólo una conversación entre amigos, querer agradar al otro. No es tampoco una negociación, pues una negociación significa resolver un problema, encontrar una solución, y ya está. El diálogo interreligioso es como una peregrinación y un replanteamiento personal. Una peregrinación en el sentido de que nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro, hacer un tramo del camino con él para conocerle mejor, y además es un riesgo, pues cuando le pregunto al otro «¿quién es tu Dios?, ¿cómo vives la fe?», me expongo a que la persona que tengo ante mí me plantee la misma pregunta. Y por tanto, yo también estoy obligado a responderle. Se trata, por tanto, al mismo tiempo de una peregrinación y de un riesgo.

--Este diálogo interreligioso está muy cerca de la política o de las posiciones de algunos estados. ¿Es posible quedarse a nivel religioso sin ser manipulado por estos últimos, independientemente de quienes sean?

--Cardenal Tauran: Siempre es posible la manipulación. Pero creo que hay que tener cuidado tanto de separar herméticamente lo religioso de lo político como de confundir las dos áreas. Creo que hay que reflexionar sobre el concepto de separación. Se pueden separar las Iglesias del Estado, sin duda, pero no se pueden separar las Iglesias de la sociedad, es imposible, lo experimentamos. Por tanto, lo importante es que haya separación y colaboración pues, en el fondo, el gobierno y un responsable religioso se ocupan de la misma persona, que es a la vez ciudadano y creyente. Por tanto, se da necesariamente una cooperación, distinción de competencias, pero cooperación por el bien común y por el bien de esta persona.

--Usted ha pasado prácticamente todo su ministerio fuera de Francia, su país natal. ¿Cómo ve a la Iglesia en la Francia hoy?

--Cardenal Tauran: No cabe duda de que la Iglesia en Francia ha experimentado una crisis, decirlo es algo banal. Pero creo que ahora hay signos de renacimiento. En particular, cuando visito los seminarios, siempre me impresiona el ver a los jóvenes sacerdotes. Creo que hay una nueva generación mucho más preocupada por transmitir una experiencia espiritual. Creo que en la Francia de hoy lo importante es ver cristianos que recen, cristianos que celebren, cristianos que estén en las fronteras de la caridad, que ejerzan lo que yo llamo el «poder del corazón». En una sociedad que en el fondo es muy dura, en ocasiones despiadada, tenemos este «poder del corazón», es decir, sembrar misericordia, testimoniar el amor de Dios por nosotros que pasa a través el amor fraterno. Pues, en el fondo, la mejor manera de mostrar que Dios es Padre es vivir como hermanos.

--Una última pregunta. Vuelvo a tocar la cuestión del diálogo con los musulmanes: ¿no cree que el riesgo está en promover un diálogo simpático, pero que deja a un lado los problemas y las divisiones?

--Cardenal Tauran: Sin duda es un riesgo, pero creo que el interés de esta reunión que vamos a tener con los representantes de los 138 [líderes musulmanes, ndt.], que de hecho ahora son 241, consiste en crear una estructura de diálogo, una especie de canal que siempre estará abierto y en el que podamos encontrarnos. Es lo que quisiera proponer, de manera que este diálogo sea algo continuo, estructurado, para evitar una cierta superficialidad. Dejando muy claro que con esto no estamos diciendo: «todas las religiones son iguales». Nosotros decimos: «todos los buscadores de Dios tienen la misma dignidad». Eso es el diálogo interreligioso, no es ni mucho menos sincretismo. Es decir, «todas las personas que están en búsqueda de Dios tienen la misma dignidad, por tanto, deben disfrutar de la misma libertad, del mismo respeto».

Traducción del original francés realizada por Jesús Colina (ZENIT.org).-

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